Pipe Villarán y el COVID 19
Reproducimos este vívido testimonio de Felipe "Pipe" Villarán, músico de Smokin Pipe Band y exintegrante de G3, sobre la importancia de cuidarnos-sin caer en el extremo-de esta nueva e implacable enfermedad.
Que esta crónica sirva para crear conciencia entre la gente acerca del COVID, qué tan real es, y cuánta es la necesidad de vacunarnos y cuidarnos. Compartir si creen que puede ser de ayuda.
Yo me relajé. Era viernes y me fui a tomar unas chelas con un amigo que no sabía que había sido infectado de COVID (posiblemente lo contagió su madre, en una peluquería) y me contagié, por irresponsable. Por creer que a mí no me iba a dar. El martes arrancaron los síntomas.
Al comienzo piola, un poquito de fiebre y nada más, no pasa nada, dices. Pero esta enfermedad no es como otras. Es traicionera y no te deja. Te va capturando, poco a poco. Pasan los días y lejos de mejorar, empeoras. Van apareciendo nuevos síntomas, día tras día. Un médico te dice que tomes Ivermectina, otro te dice que ni se te ocurra. Uno te recomienda Azitromicina, otro Hidroxicloroquina. Que duermas sentado. Que hagas dieta, que comas normal. Te empiezas a asustar. Te compras tu oxímetro.
De a pocos, sientes que el pecho se te comienza a inflamar, como cuando te enfermas de los bronquios, y te empieza a doler, cada día un poco más. Aparece la tos, diarrea, fuerte dolor de cuerpo y punzante dolor de cabeza. Casi sin darte cuenta pierdes el olfato y el gusto (sensación extrañísima que te indica que el virus te está atacando por todos lados), hasta que te preguntas: "¿en qué momento me comenzará a faltar el aire?". Y esa es la peor parte.
Porque tienes que esperar a partir del 5to día hasta que aparezca eso que no quieres que aparezca: la dificultad para respirar y que la oxigenación no baje de 95%. Aparece el miedo a la muerte, que te visita cada noche y el terror de poner el dedo en el oxímetro sin saber si vas a estar abajo de 95% o no. Te persignas. Los números fluctúan: 96-95-94-95...sabiendo que si bajas de 94, nadie podrá hacer nada por tí, porque no hay adónde ir. Sabes que las clínicas y hospitales están al mango. Está en todas las noticias.
Y la fiebre. La maldita fiebre. Todos la hemos tenido por un par de días, o quizás 3. Pero no por más de una semana, menos diez días seguidos. Te destroza el cuerpo y la mente. No entiendes nada. Te empiezas a rayar. Te escribe todo el mundo preguntando cómo te sientes. Te cansas de responder "ahí, más o menos...". Lo único que quieres es dormir y que pasen las dos semanas de una vez, pero recién vas una. Los días se empiezan a hacer eternos. No puedes leer, y la TV te agota.
Lees a gente, amigos, que en redes ponen en duda la existencia del virus, cuando a ti te pasando por encima la sensación de que te atropelló un camión. "El virus no existe, todo está en la mente". "Yo confío en mi sistema inmunológico" "¿Cómo no nos van a dejar ir a la playa?" "Me incomoda la mascarilla, más dañino que el virus es respirar mi CO2". No sabes si reír o llorar. Sientes una rabia inmensa.
Lees que la gente pregunta en redes si "¿se pondrían la vacuna o no?". Algunos muy alegremente dicen "No". Y no puedes creer que haya gente que ponga en duda la necesidad de algo tan básico, tan evidente y necesario como la vacuna a esta maldición que te está tocando vivir.
Cuando te agarra el virus, le venderías el alma al diablo con tal de que alguien te de aunque sea mitad de dosis de vacuna. Pero ya es tarde y sigues empeorando. Mejoras un día, pero al día siguiente el enemigo de un mazazo te recuerda su presencia y vuelves a empeorar. Regresa la fiebre. Y te sigues sintiendo como una mierda, persignándote cada vez que metes el dedo en el oxímetro. 95-94-94-95...96...97%!
Hasta que finalmente, si tienes suerte como yo, empiezas a sentir mejoría después de 14 larguísimos días, y poco a poco te das cuenta de que tu cuerpo está ganando la batalla. 14 días desde que te tomaste esa chelita, o fuiste a esa "reu", o te fuiste a la playa. 14 días que no querrás repetir mientras vivas. La mamá de mi amigo no tuvo tanta suerte, y falleció, sola, en la clínica. Me dio una pena enorme.
Amigos: el virus es real. Y la vacuna también. Infórmense, hagan caso a la ciencia y no a las redes. La gente habla demasiadas huevadas. La desinformación es total.
Si tienen la oportunidad de vacunarse, háganlo, no lo duden ni por un segundo.
Un abrazo y cuídense mucho, ahora más que nunca.