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México: López Obrador y el avión de la demagogia

México no es cualquier país y la afirmación no es peyorativa sino científica y realista. Es uno clave en la política internacional y de los Estados de América Latina, sin problemas, uno de los actores centrales de las Relaciones Internacionales en nuestra región.

Si la premisa anterior es totalmente válida resulta realmente un despropósito que, mirando las enormes fortalezas de México en el continente, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dedique gran parte de su quehacer gubernamental al trillado asunto de la venta del avión presidencial que hasta ahora nadie lo ha comprado. Precisamente por no poder venderlo acaba de anunciar que será simbólicamente rifado. Sigo sus conferencias de prensa muy a menudo y con franqueza, gran parte de ellas ya podrían caer en la bolsa de la demagogia.

El Boeing 787-8 que fuera adquirido durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) por un costo de 218 millones de dólares se vende a la mitad de ese precio porque eroga “… muchísimos gastos al Estado”. Dicho así, AMLO busca que el mexicano de a pie lo admire y aplauda por la medida. Es probable que así sea pero ese estado de ánimo no durará mucho tiempo.

La gente valorará soluciones para complejos asuntos de Estado antes que deshacerse de una aeronave que, con creatividad podría ser utilizada para muchas tareas de gobierno de un país que sigue consumiéndose por el imperio del narcotráfico y como uno de los más violentos del mundo. México no es un Estado periférico como es el caso de la inmensa mayoría de los países centroamericanos y caribeños sobre los que su nivel de influencia es indiscutible.

Elgobernante debería orientar esta fortaleza geopolítica y la de ser país vecino (fronterizo) de EE.UU., la nación más poderosa del planeta. Con más de 120 millones de habitantes y constituido en uno de los principales motores del continente, hace rato el presidente de la izquierda mexicana debió colocar a su país en las más grandes ligas de la sociedad internacional. Creo que AMLO no la ve y eso podría impactar en la actuación internacional de un país de enormes potencialidades -miembro de la Alianza del Pacífico con Chile, Colombia y Perú- pero cuya proyección será del tamaño de lo que vea su mandatario.