La patria nueva
Uno: Se extiende la idea de que es preciso pagar una cuota de sangre para que emerja un nuevo Perú, una Patria Nueva redimida de todos los errores del pasado. Para el advenimiento de esta Patria Nueva son necesarios “los dolores del parto”, esto es, las prisiones preventivas y las acusaciones mediáticas que hagan de la lucha contra la corrupción el gran tema de nuestro tiempo. El Perú redimido por la anticorrupción será el nuevo Perú, la tierra prometida en la que los partidos políticos serán siempre organizaciones criminales que no volverán a modelar la política nacional. Los medios de comunicación no volverán a vender su línea editorial y la clase empresarial velará por la transparencia porque eso es lo mejor para el país. Como es natural, es preciso que un esfuerzo supremo sea realizado para la construcción de ese Perú pero es un imperativo histórico que nuestro país está a punto de transitar de la corrupción de los viejos partidos a un nuevo amanecer de paz, justicia y prosperidad.
Dos: El adanismo político siempre esconde una pulsión jacobina o marxista. En todo caso, el “borrón y cuenta nueva” forma parte del viejo discurso revolucionario “que se vayan todos, menos los míos”. La naturaleza humana esta condenada a convivir con la corrupción en una lucha perpetua del bien contra el mal. Pero de allí a confiar ciegamente en aquellos que afirman que solo ellos y nadie más que ellos encarnan la decencia, hay un gran trecho. No seamos ingenuos. Los lobos con piel de cordero solo quieren la cancha libre para hacer de las suyas.
Tres: El viejo Perú debe regenerarse. Pero siempre dentro de la inmensa tradición de la Peruanidad.
Abogado y analista político
Decano de derecho de la USIL
Publicado en el diario "Correo", 2/1/20
Reproducido con autorización