Entre la derrota y la victoria
Si algo terminaron por demostrar los días de prisión de Keiko Fujimori es que Fuerza Popular no es un partido político. Durante años se nos habló de procesos de selección de candidatos, de una organización con diferentes instancias, con un secretario general y todos los cargos necesarios. Pero apenas fue detenida su líder, se notó la inacción. No había segundos que asumieran el liderazgo, tampoco terceros. Les tomó casi una semana organizarse.
Es el problema de los partidos políticos centrados en caudillos. Desaparecidos estos, la organización pierde sentido de ser. No hay ideas, ni un plan que los identifique. Por eso al recuperar su libertad, y ante el riesgo de verse afectada por una nueva orden de prisión, Keiko Fujimori decidió organizar su sucesión. Descabezó los órganos partidarios y entregó el poder a sus más cercanos congresistas, encabezados por Miguel Torres y reunidos en un comité de emergencia. ¿Cuál es la función de este comité? Evitar la dispersión, la fractura del grupo parlamentario.
Además de organizar la sucesión, Keiko Fujimori lanzó una proclama en la que convocaba al diálogo. Lamentablemente, para ella, su discurso fue entendido como una rendición. El Gobierno se declaró ganador de la batalla. Inmediatamente, salieron Mercedes Aráoz, Juan Sheput y Gilbert Violeta a exigir señales, muestras de este nuevo espíritu, comenzando por la cabeza del Fiscal de la Nación. Eso no estaba en los escenarios planeados por el keikismo.
Es una muestra de la mala lectura, de la escasa experiencia y del mal momento emocional por el que atraviesan. La sensación de derrota de la señora Fujimori tenía que ser aprovechada por sus contrincantes, y le pasaran la factura por la prepotencia y los excesos. Y los voceros actuales de Fuerza Popular tratan de mostrar una imagen del “buen pata”, del policía bueno, pero siguen enviando mensajes confusos, que muestran debilidad, que no exponen con claridad sus propósitos y sus límites.
Si Fuerza Popular logra mantener la unidad de los congresistas con que hoy cuenta, habrá tenido éxito y la fortaleza suficiente para enfrentar los debates y negociaciones siguientes. Si pierde su unidad, habrá perdido todo, pero fundamentalmente cualquier capacidad de negociación.
¿Y qué hará el presidente Vizcarra con su victoria? ¿Sabe ya cómo utilizará su poder de hoy para sacar adelante algún proyecto? ¿Limitará su proyecto político al famoso referéndum de fin de año? Es claro que el fujimorismo no ha sabido administrar su derrota. Esperemos que el presidente Vizcarra sí sepa administrar su victoria.
*Publicado en www.elmontonero.pe
30/10/18
*Reproducido con autorización