Sendero Luminoso y la amenaza blanca
Cuando muchos creían que había desaparecido, Sendero Luminoso ha vuelto a la actividad con sus acciones de violencia y muerte. Siempre en una fecha conmemorativa, sea en diciembre, con ocasión del ILA (Inicio de la Lucha Armada) o en cualquier otro “aniversario”, recordándonos que está presente y con un poder cada vez mayor.
Los remanentes y permanentes senderistas que causan cada vez más víctimas civiles, militares y policías han vuelto al ataque en zonas como el VRAE o en el Huallaga, conflictos “focalizados” según los expertos, pero que de no actuar rápida y eficazmente, podría expandirse, cual metástasis.
En 1980, cuando aparecieron pintas, perros muertos y se produjeron atentados, los políticos de entonces atribuyeron el fenómeno a cuatreros o elementos conspiradores que provenían de países socialistas. Hoy, veinte años después, comprobamos que - a pesar de esa penosa experiencia - ocurre lo mismo cuando declaran que Sendero “no pone en peligro la seguridad del Estado”. Sin embargo, Sendero no ha desaparecido sino ha mutado, no colabora con el narcotráfico, se ha vuelto un narcotraficante. No le interesa la ideología, pero sí el poder, y hará lo que sea para lograr ese objetivo. Y no le interesa cuándo. Es un objetivo sin plazos.
Mientras la subversión y el narcotráfico se mantienen a pie firme, los ciudadanos sólo escuchamos frases como “miembros del ejército y la policía salieron en búsqueda de los presuntos subversivos”, “Artemio está cercado”. Meros anuncios sin resultados concretos.
La pregunta es entonces cómo el Estado puede vencer definitivamente a este enemigo o controlarlo, si él mismo limita su capacidad de acción. De otra manera no se explica la ausencia de un sistema de Inteligencia eficaz que informe y detecte las amenazas a la seguridad nacional, y que todos los estados lo poseen - Estados Unidos, Israel, Rusia o el Reino Unido –, el reducido presupuesto del sector Defensa, el cierre de escuelas especializadas o la excesiva flexibilidad del marco legal que debilita la labor de las instituciones claves de la Seguridad.
Sendero Luminoso (en convivencia con el narcotráfico o como una firma más) gana campesinos y base social para aumentar los conflictos, “exacerba las contradicciones” a fin de provocar un caos social y erosionar el sistema político. Su estrategia subterránea es cambiar la revolución por la revuelta, en tanto quienes deberían combatirlo con eficacia están limitados en sus capacidades y funciones por las propias autoridades políticas.
Si - como nos dijo Pedro Salinas en la entrevista que publicamos hoy - la mayor virtud del periodismo es “hacernos abrir los ojos ante una realidad” - ése es exactamente nuestro propósito en esta edición.
La advertencia está hecha. No nos lamentemos después.