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Julio María Sanguinetti: América Latina en la nueva globalización

El jueves 10 de mayo asistí a la conferencia expuesta por Julio María Sanguinetti “Nuestra América Latina en la nueva globalización” presentada en la Universidad de Lima. Debo confesar que llegué quince minutos tarde, debido a que me encontraba ocupado con otros menesteres, mas, para mi sorpresa y tal vez debido a que el auditorio se hallaba medio vacío, Sanguinetti tardó en aparecer otros quince minutos. Durante los mismos, poco a poco fueron llegando diversas personalidades como Alfredo Barnechea, Lourdes Flores, el polémico Cardenal Juan Luis Cipiriani, entre otros.

Tras la entrada del dos veces presidente de la República Oriental del Uruguay, y después de que la rectora Ilse Wisotzki lo nombrara profesor honorario con toda la parafernalia, fui testigo de un excelente, lúcido, articulado, pragmático y aleccionador discurso; no exento de salero ni de detalles curiosos. Repasemos los puntos que más llamaron mi atención.

De entrada arrancó señalando que Perú y Uruguay son pueblos hermanos e hizo hincapié en el sentimiento de confraternidad que nos debiera unir, recordando las grandes amistades que entabló con peruanos de la talla de Fernando Belaúnde y Mario Vargas Llosa, así como a los jugadores nacionales que defendieron los colores del Peñarol en la década del sesenta. La distancia geográfica no nos ha impuesto nunca una distancia espiritual o de reconocimiento. Naturalmente, lo que hoy es nuestro territorio, tuvo su capital en Lima -sostuvo -. La mayor capital que tuvimos en tiempos de la colonia fue Lima: recién en 1776 las reformas borbónicas crean el virreinato del Río de la Plata - agregó -.

Luego, esgrimió la misma defensa del liberalismo que hiciera Vargas Llosa hacía tres semanas en el mismo auditorio. Lamentó que en un momento determinado su concepción se haya reducido a la de una simple corriente económica, incluso en pugna de un Estado indiferente frente a las necesidades sociales. Así como el error socialista había sido imaginar que el Estado diera todas las respuestas y que con discursos políticos y morales íbamos a alcanzar la prosperidad, luego una cierta deformación del liberalismo, pasó a creer que sólo con el mercado íbamos a lograr una prosperidad sin esos otros ingredientes tan importantes -afirmó-. Sin embargo, no achacó a nombres propios la responsabilidad de aquella caricaturización (léase neoliberalismo), a diferencia de nuestro compatriota que acusó a dictaduras de derecha como las de Fujimori y Pinochet de haber causado aquella distorsión en el imaginario popular.

No dejó de manifestarse respecto al tema que dio nombre a la conferencia. Llegamos a ese mundo global. Global en todas sus dimensiones: economía, comunicaciones, en medio de una revolución científica y tecnológica que nos ha acercado a los humanos […] más allá de cualquier enfoque ideológico es una realidad -dijo al respetable-.Y es cierto, ya no hay vuelta atrás ni nada que pueda detener la marcha de los cambios que se han suscitado en materia de globalización en lo que va del siglo XXI. Como diría Locomía: “Esto es inevitable, esto es progresar”, sino que le pregunten a los de la ley SOPA. A veces, desgraciadamente en nuestra América Latina aún ideologizada se discute con la globalización como si ésta fuera una ideología, como si fuera un modo de pensar, cuando es el resultado de una acumulación de hechos científicos y técnicos que nos han cambiado la vida-concluyó parsimoniosamente-.

Sobre tendencias postmodernistas y a propósito de ciertos escritos de Vargas Llosa, que denostaban a los nuevos medios de comunicación por destruir la escritura, a la excentricidad que poco a poco sepulta al arte y en general a la “civilización del espectáculo”, Sanguinetti refirió que la forma de acercarse al conocimiento y su valor han alcanzado un viraje considerable. Hoy el humano contemporáneo está sobrenoticiado. Estamos constantemente recibiendo noticias una tras otra desde que nos despertamos. Pero está subinformado también, porque la acumulación de noticias no supone tener información y la información no supone conocimiento y la acumulación de conocimiento no forma la sabiduría. Por otro lado, señaló el carácter menesteroso del mismo. Estamos en una sociedad del conocimiento, porque hoy predominan los conocimientos sobre los productos materiales. Hoy vale más firmar la patente de un antibiótico que producir el antibiótico mismo. Vale más el producto del pensamiento que el producto material.

Respecto a los avances latinoamericanos en materia de democracia y economía, sostuvo que, es al menos un progreso que se den elecciones en todos los países salvo Cuba. Asimismo, que el crecimiento macroeconómico de los últimos años únicamente podrá consolidarse, si antes de que el ciclo concluya se logra invertir el dinero eficazmente, en especial en lo que a educación concierne. Ello debido a que, según afirma, los países deben preparar a su gente para un mundo competitivo con una producción cada vez más compleja, pues los faltos de educación no podrán trabajar ni siquiera a cambio de un salario pobre cuando todo sea computarizado y técnico. Al acabarse la bonanza, ¿habremos hecho la reducción necesaria de la deuda externa? ¿Habremos hecho inversiones necesarias en infraestructura para que todas las potencialidades del país se expresen? ¿Habremos hecho inversiones necesarias para tener telecomunicaciones al nivel del mundo global? ¿Estamos seguros de que hemos invertido en educación y formación de nuestra gente lo suficiente? - se cuestionó-.

Finalmente, una interesantísima anécdota que comentó Sanguinetti fue la que tuvo durante un encuentro en el año 1988 con el líder chino Deng Xiaoping, en pleno apogeo del entonces Secretario General del PCUS Mijaíl Gorbachov. Le pregunté a Deng por Gorbachov y me dijo: “está perdido”. En ese estilo de los chinos, sentencioso y enigmático, mientras lanzaba una bocanada de humo. Y dijo, está perdido porque él cree que se puede hacer la reforma económica y la reforma política a la vez. Y no sabe que la reforma política se come a la reforma económica y después se come a sí misma. Acá va a ser todo distinto. Vamos a hacer la reforma económica primero. Y no se equivocó Xiaoping (al contrario, tuvo una precisión casi profética) al manifestarse sobre una figura que puede causar tanto admiración y respeto de un lado del telón como odio y censura del otro lado.

 

Carlos Miranda estudia Psicología en la Universidad de Lima y es editor del blog www.divergencia-carlitox.blogspot.com