< Detras de la cortina

La invasión sintética

Desde niños, siempre vimos y optamos, preferentemente, por todo aquello que fuera natural: la comida y la ropa. En casa se cocinaba con ingredientes naturales, nunca se emplearon sazonadores. Alguna vez una sirvienta empleó uno muy conocido y nos cayó mal.

En lo que respecta a la ropa, fue exactamente igual. Todo era de algodón. De nylon sólo los calcetines.

Sin embargo, en los últimos años, hemos presenciado una invasión de ropa principalmente sintética, es decir, del más puro nylon, rayón o cualquiera de esos materiales. Ropa bella, por cierto, y barata, pero que nos sofoca en invierno, y nos enloquece en verano. Simple. Ese tipo de fibras no permite que el cuerpo sude, y provoca una rara sensación.

No estamos diciendo que a todos nos resulte igual, tenemos amigos y amigas que usan frazadas, polos y chompas de polar, uno de los materiales en boga. Ropa bella y de diseños exclusivos, pero no necesariamente natural, ni de algodón, lana (alpaca), ni cuero. No importa la marca.

Estas toneladas de ropa, mayormente, son las que se ofrecen (y no “ofertan “como se insiste en decir), prendas baratas, pero no sabemos si muy convenientes para todos.

Lo mismo ocurre con los zapatos y zapatillas, la concentración de nylon puede provocar pies de atleta y otro tipo de infecciones, pero claro, ¿Cómo dejar de venderlas si son bonitas y cómodas?  

Hace unos años, adquirimos una chompa en una conocida casa comercial, de marca, impecable, y grande fue nuestra sorpresa, al ver que era 100 % acrílica. Afortunadamente, nos queda regia y no nos da problemas, Pero no ha ocurrido lo mismo con las demás. Ha de ser la excepción que confirma la regla.

Todas estas prendas, muchas veces a precio huevo, vienen de China (sean de marca o no), pero nos preguntamos si los chinos las usan, considerando que ahora tienen más dinero que antes. Usan su Armani Bamba, como dice Andrés Oppenheimer.

Con la comida ocurre algo similar. Muchos de los alimentos contienen un montón de preservantes. De esos que provocan alergia, ardores u otras molestias. La sal, la pimienta, y los sazonadores naturales como la cebolla, el ajo, perejil, parecen estar  en vías de extinción. Así quisieron imponer la margarina (que quedó para la repostería) y el café descafeinado (¿?).

Esto mismo ocurre con los asientos, las tuberías. Ni los tintes se salvan. No estamos en desacuerdo con los polímeros (es un gran descubrimiento), pero no son buenos para todo. Comparen lavadoras antiguas y modernas, o refrigeradoras (en casa tenemos una que se va por los 60 años). Y carrocerías de los autos: ahora lata, antes acero.

Otro tanto ocurre con los las pinturas que se emplean en los juguetes y en los útiles escolares. Denuncias periodísticas han ocasionado el retiro de mercadería considerada peligrosa, especialmente para los niños. Tal parece que no hay cuidado con los insumos que se emplean y que las autoridades, más de una vez, no supervisan la calidad de algunos artículos

Los preservantes y sustitutos son importantes y valederos si queremos ahorrar y ser funcionales, pero tratemos de buscar algo más natural. Por nuestra salud y la del medio ambiente.