Lima: Transporte deficiente y tránsito caótico
Uno de los problemas que nos afectan a todos los limeños por igual, junto con la seguridad, es el transporte. Si somos pasajeros y viajamos en transporte público tenemos que soportar viajes muchas veces prolongados o que se hacen interminables (aún cuando los trechos son cortos), unidades sucias, en mal estado, con choferes y cobradores de malos modales, un entorno del que sólo podemos librarnos con un MP3, o algo que nos distraiga.
Si nos encontramos al volante tenemos que soportar la imprudencia de estos choferes, conductores particulares, la incompetencia de la policía, las calles bloqueadas o en reparación (sobre todo en épocas de elecciones o a fin de año, sea por política o por improvisación). Al final queda la sensación que el país anda como el tránsito: no avanza, o lo hace con exasperante lentitud.
Los graves y hasta ahora insolubles problemas del tránsito se ocasionan porque empleamos un sistema de micro transportación: unidades pequeñas como taxis, mototaxis, camionetas Van (o conmutadores, como se les denomina en EE.UU. y que en el Perú las vemos a menudo operados por las empresas hoteleras o de traslado y recojo en el aeropuerto), coaster, o las celebérrimas Combi, no aptas para una ciudad que está en camino de ser una metrópoli. Pero tal parece que la improvisación ha sido la norma. ¿O es un tema de voluntad política, en la medida que los transportistas constituyen bolsones electorales?
Para empezar a solucionar este problema es necesario, a decir de Juan Tapia, experto en transporte público, empadronar los taxis, sobre cuya cantidad no hay cifras oficiales (se habla de 220 mil), reordenar el sistema, cambiar estas unidades por vehículos de mayor capacidad, con empresas organizadas que puedan brindar un servicio eficiente, y donde sus empleados y trabajadores tengan condiciones laborales dignas. Una tarea que va más allá de un deslumbrante Tren Eléctrico o un eficiente Metropolitano - que de hecho lo es -, pero que según cifras del municipio atenderán, en el mejor de los casos, sólo un 10% de la demanda.
De otro modo, seguiremos empleando un sistema inconveniente, oneroso, que tiene un alto índice de accidentes (como lo mencionamos en un documento de la Defensoría del Pueblo). El padre Hubert Lanssiers, quien fuera nuestro maestro en el colegio, lo dijo en los 90: El transporte provoca más muertos que Sendero Luminoso. Además, un alto índice de contaminación, y hace que pasemos más de 4 horas diarias en recorrido.
Esperamos que la nueva administración municipal y el gobierno enfrenten con decisión el problema, porque con este sistema nadie gana. Ya es tiempo que los limeños tengamos un buen servicio de transporte, un tránsito ordenado, del segundo mundo al que aspiramos, y sobre todo, un buen viaje.
Mientras tanto, en Ecuador se controló la sublevación policial. Aunque no sabemos si fuerzas opositoras al gobierno filochavista y autoritario han estado detrás de la asonada, lo cierto es que las Fuerzas Armadas siguen actuando como fuerza política, lo cual constituye un hecho negativo, pero en un contexto como ése, absolutamente previsible.
Esperamos que en nuestro país, los nuevos ministros de Defensa e Interior, Jaime Thorne y Fernando Barrios, dialoguen y que cualquier medida en torno a las pensiones de policías y miltares de austeridad se aplique paulatinamente, y no como se hizo injusta e ilegalmente en el caso de innumerables pensionistas (y sus herederos) del Congreso de la República. Y también es imprescindible que se encuentre una solución a los interminables procesos judiciales a que se ven sometidos muchos oficiales del ejército, mientras los terroristas salen por túneles de papel. La justicia es equilibrio.