La mala Educación
Para nadie es un secreto que la educación peruana está en crisis, y que ninguna reforma ha funcionado. Pero el problema es - como en otros casos - que no se hace nada efectivo por mejorarla.
Si el Perú ha optado por un modelo económico exportador de bienes y servicios, la educación peruana va por otro camino. Alentada por empresarios (promotores) educativos e intereses económicos, insiste en ofrecer carreras académicas, muchas veces con un muy bajo nivel que no tienen cabida en el mercado ni en la economía moderna y desarrollada a la cual aspiramos, y de otro lado, hay un sindicato - casi un brazo de extensión de la izquierda radical - que no formula sugerencias razonables para mejorar el desempeño de los maestros. Quiere acabar con la economía de mercado, la que funciona mejor, y concentra su esfuerzo gremial en actividades políticas. Anteponen esta premisa absurda de abolición del sistema económico actual, en vez de convertirse en un sindicato que propone proyectos lúcidos para sus agremiados y convenientes para el país.
En el medio quedan los estudiantes de las instituciones públicas o privadas que no encuentran trabajo porque simplemente - por más brillantes que sean - el mercado laboral no los absorbe. Lo que vemos después es la proliferación de profesionales trabajando en el servicio de taxi u ofreciendo productos, cuando no baratijas, difíciles de vender.
Todos los países desarrollados han aplicado un modelo que fomenta la educación técnica y de calidad, privilegiándose las ciencias, el desarrollo de habilidades y el comercio exterior, alentando la creatividad, el liderazgo, la investigación y la innovación tecnológica.
El Perú necesita urgentemente ingenieros de planta, gerentes y obreros calificados para consolidar su crecimiento. En otras palabras, fomentar su competitividad. Pero quienes egresan de las escuelas de formación de docentes son mayormente profesionales sin preparación, con muchas limitaciones, a lo que se suma estudiantes que saben leer y no entienden lo que leen, mientras que nuestra escolarización es tan grande como ineficaz. Aún en los colegios privados.
Frente a esto, el Estado ha abandonado el sector a su suerte: sin presupuestos suficientes ni iniciativas, sin infraestructura de calidad, sin adecuada capacitación y metas realistas, y lo más grave, sin decisión política. Quizá porque no puede, o porque prefiere no chocar con los intereses de los promotores o del SUTEP.
Nuestra educación - sólo superior a la de ese Estado fallido que es Haití - se maneja en el nivel discursivo, como nos recuerda en esta edición el especialista Hugo Díaz.
El compromiso por una educación de calidad debemos asumirlos todos, pero una vez más, la palabra la tiene el Estado.
Desde esta página nos solidarizamos con nuestros vecinos chilenos y compatriotas residentes en Chile. Esperamos que las tareas de rescate de los sobrevivientes se hagan con prontitud y que los damnificados accedan rápidamente a los servicios básicos. La ayuda que presta el Perú abonará en este esfuerzo, pero nuestras autoridades no deben olvidar a los damnificados en Cusco e Ica, y además considerar las consecuencias de lo ocurrido en ese país: edificios de reciente construcción que se derrumbaron o quedaron seriamente dañados, la alerta de Tsunami que ocasionó muertes innecesarias, y actos de pillaje, que bien podrían ocurrir en el Perú.
CAPECO estima que sólo en Lima uno de cada dos inmuebles se construye con la intervención de un ingeniero civil, mientras que el Instituto Geofísico del Perú espera desde hace dos años que el MEF desembolse el dinero para organizar un sistema de alerta satelital.
Sin duda, la gestión del riesgo debería ser ya una política de largo plazo.