Bicentenario: la crónica que se viene
En medio de una crisis dantesca, nos aprestamos a conmemorar nuestro bicentenario. Una fecha que nos encuentra en medio de una marcada precariedad en el aspecto sanitario, económico y, por si fuera poco, político y electoral.
En lo sanitario, la indolente y polémica actuación de nuestras autoridades nos han dejado una cantidad de muertos pavorosa de 190 mil muertos, 3 veces más de la, para algunos, exagerada cifra de fallecidos que dejó la peor época de lucha contra el terrorismo.
En lo económico, una pobreza que se ha disparado al 30% por ciento, merced a las draconianas, inútiles e ilegales medidas del Estado, principalmente del denunciado, pero libre, Martín Vizcarra.
Por último, en lo electoral, un fraude no comprobado, un Jurado Nacional de Elecciones que actúa con indolencia frente a los reclamos de una de las partes, contribuyendo a aumentar un clima ya bastante enrarecido, y además con graves e inaceptables amagos de violencia.
Es en ese escenario que el mediocre gobierno saliente nos habla de expectativas económicas auspiciosas, cuando no se sabe con certeza el rumbo que tomará el Estado, especialmente si asume el Sr. Pedro Castillo, a pesar del viraje de su variopinto grupo. Nuestro país se encuentra fracturado, con grupos y personas en su trinchera. Y en ese contexto, será muy difícil avanzar.
El Estado, los grupos de interés y los propios ciudadanos necesitamos salir de nuestras trincheras, sin claudicar de nuestros principios e intereses, y defendiéndolos legítimamente, ponernos de acuerdo en lo más importante, y tal vez, eso no pase por reelaborar totalmente una nueva Carta Magna. Antes de eso, requerimos vacunas no para este año, sino para el próximo, considerando que el COVID se va a quedar entre nosotros, además de reactivar la economía de las empresas y también la de los ciudadanos.
Requerimos un Estado no necesariamente más grande, pero si más eficiente. Y si esto es entendido por quien quiera que sea declarado ganador o ganadora, en buena hora.
El desarrollo de un país se logra sin extremismos, con diálogos que lleven a la acción. Se necesita mucha unión y trabajo para superar este trance. Mientras tanto, hay, desgraciadamente, poco por celebrar y mucho por hacer.
En estas fechas, sería muy importante recibir de quienes se ufanan de tener un liderazgo en el país, recibir mensajes claros, de serenidad y, sobre todo, de esperanza, a fin de que, poco a poco, recobremos nuestros bríos.