< Detras de la cortina

Herless Carrión: “Los odios, revanchas y peleas de siempre tienen como resultado lo que el país está viviendo”

Para Carrión, prima el interés político, partidario, económico, amical, pero no el social. "El sal tú para entrar yo".

Ha pasado el gobierno de Castillo, pero nuestro país sigue en crisis, como lo comprueban los hechos ocurridos en el Cusco, o el caso de los peajes.

Herless Carrión, periodista y docente universitario, director del portal HC la juega, considera que la sempiterna crisis política que vivimos, sumada a la económica se debe, en gran parte, a nuestra idiosincrasia, que la hace más compleja.  

Carrión, Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres, Doctor en Educación por la Universidad Nacional Federico Villarreal; Magister en Docencia Universitaria por la Universidad Nacional Federico Villarreal, y académico por más de 25 años, afirma que el futuro no será diferente mientras las élites dirigentes y no dominantes generen los cambios que necesita el país.

Ddlc: ¿Cuál es el balance que puede hacer del primer año del gobierno de Dina Boluarte y cómo observa las perspectivas para este año?

H.C: Ha sido, como se sabe, muy conflictivo, con las muertes ocurridas entre fines del 2022 y principios del 2023. A ello se suma la abultada cantidad de víctimas por obra de la delincuencia que se ha desbordado en todo el territorio.

En el aspecto económico, si bien es cierto las cifras e indicadores económicos no son alentadores, de alguna manera se ha sabido controlar la estabilidad de esa perspectiva. Sin embargo, las demandas sociales han crecido, tal es el caso de la educación, la salud y la inseguridad ciudadana. Esta última la más grave y difícil de afrontar y solucionar.

Ddlc: En su opinión, ¿cuál es la causa principal de la crisis?

H.C: Los odios, revanchas y peleas de siempre tienen como resultado lo que el país está viviendo. No hay tregua, no hay consenso, no hay diálogo, no hay liderazgo, no hay propuesta, no hay compromiso. Solo una pugna por controlar el poder, por darle trabajo al partidario, al amigo, al vecino, a la familia, a cualquier incompetente que luego se cree dueño del aparato público.

El Perú es difícil de gobernar por la envidia, los odios y la corrupción. No solo hablo de la clase política o social, también me refiero a la clase dominante, la casta empresarial, los medios, la imperante corrupción en todas las instituciones del Estado, en el Ministerio Público y el Poder Judicial. Y estos hechos no son de hoy, son de siempre. Revisemos, nomás, el libro de Alfonso Quiroz, y nos daremos cuenta de que resulta imposible cambiar el país.

Ddlc: Usted desliza una posición pesimista…

H.C: Soy realista, no pesimista. Argumento y pruebo lo que sostengo. Quiero un país mejor, por supuesto, pero, a corto o mediano plazo no veo cambios o esperanzas de un país que disminuya todas sus tasas o cifras negativas que resultan irreversibles. No hay conciencia, no hay compromiso, no hay desprendimiento.     

Ddlc: La corrupción, el narcotráfico y otros delitos, como la trata de personas, la minería y tala ilegal, incluso ya de carácter transnacional, continúan erosionando la democracia. ¿Qué reformar en el sector de la seguridad interna (Policía Nacional, Subsistema Penitenciario, Ministerio Público y Poder Judicial), al menos, en el corto plazo?

H.C: Propuestas de solución o alternativas para enfrentar estos flagelos se han formulado siempre. ¿Y qué hemos logrado o ganado? Nada. Tenemos autoridades políticas, policiales y militares (en actividad y en retiro) envueltos en actos delincuenciales y no pasa nada. Muchos de ellos nos gobiernan o están firmes en sus puestos.

Todos los actos delictivos mencionados que son inmanejables o incontrolables no han de ser eliminados, pero, si es posible enfrentarlos con firmeza, siempre y cuando haya decisión de todas las fuerzas democráticas y sociales del país, con inteligencia, estrategia, recursos, valentía y capacidad.

En ese sentido, resulta lógico plantear una profunda reforma del Estado, pero, quién lo hace, quién se atreve, quién lo promueve. ¡He ahí el detalle!

Ddlc: ¿Cree que, por ejemplo, la creación de fiscalías especializadas, y la remodelación de penales como “El Sepa” o “El frontón” pueden ser medidas a considerar para atender la emergencia?

H.C: Crear alternativas para mejorar las labores en el Ministerio Público no es la solución. En el Perú estamos acostumbrados a tratar las formas y no el fondo. 

En cuanto a la remodelación de algunos penales, aunque sea necesaria no es la solución, porque el asunto no se soluciona con recluir a todo aquel que delinque. Ello no es fácil, porque tiene que ver con otros factores como la alimentación, los derechos humanos, la resocialización, el tratamiento, y el trabajo penitenciario. Ni en Estados Unidos-donde el sistema penitenciario es privado- están contentos o ha dado resultados mantener a tanto presidiario en sus centros de reclusión.

En algunos países se siguen debatiendo las consecuencias del encarcelamiento masivo, de sus alternativas, los pro y contra. ¿Queremos acaso un sistema como el estadounidense que paga a los propietarios o gestores de las cárceles por cada recluso? Eso puede conllevar a que las empresas vinculadas a la actividad puedan tener más prisioneros, lo que les significa mayores ingresos.

Recordemos que el presidiario debe ser tratado humanamente. Toda persona privada de su libertad tiene derecho a un nivel de vida adecuado.

No he leído ni conozco que exista alguna corriente que proponga una gran reforma al sistema penitenciario en nuestro país, por ahí debemos empezar. Algunas cifras que periódicamente difunde el INPE generan mucha preocupación, como, por ejemplo, aquellas de un programa de readaptación para presos por el delito de violencia sexual.

Ddlc: ¿La reciente reunión de ministros de Relaciones Exteriores y ministros a cargo de la seguridad interna de países andinos, realizada en Lima el 21 de enero puede ser una alternativa en el corto plazo, o debemos considerarla una vía de mediano a largo alcance?

H.C:Esas reuniones sirven siempre y cuando no sean de banquetes, o reuniones para proponer medidas superfluas. La región sufre graves problemas de inseguridad, y se espera que las coordinaciones y acuerdos sean para definir estrategias firmes, de apoyo mutuo inmediato, y no de rencillas políticas o ideológicas. Lo que debe primar es el interés común y no el ideológico.

¿Por qué los países desarrollados mantienen su hegemonía? Porque muchas veces dejan de lado sus ideologías, sus revanchismos y aprueban medidas en favor de sus ciudadanos.

Ddlc: ¿Qué opina sobre la crisis del sector Interior y la Fiscalía?

H.C: Como la actual no la he percibido antes, lo cual no significa que no haya existido o habido. Muchos sabemos como camina y se maneja el sistema jurídico en el Perú.

Conocemos como funciona el ministerio del Interior y los demás sectores. No recuerdo no conozco ningún respetado o gran ministro del Interior que haya tenido el Perú.

Si no, recordemos uno que en la década del ’80 fue a presentar un cargamento de droga incautada y que a final resultó que las cucarachas y pericotes se lo habían desaparecido. Algo parecido a lo que sucedió años atrás en Argentina y fue un escándalo mundial.

Ddlc: ¿Cuál es su punto de vista sobre el caso del coronel Colchado?

H.C: Considero que hace un buen trabajo. Nadie es perfecto, lo que veo es que hay muchos intereses que no lo quieren. No tengo pruebas de actos indebidos de su parte, sino tuviese un punto de vista al respecto.

Pienso que se le debe dar todo el apoyo y la logística para que cumpla con sus tareas, y si no cumple, bueno, habría que mandarlo a descansar. 

Ddlc: Se entregó Fray Vásquez Castillo. ¿Considerando las revelaciones sobre una posible injerencia del hermano de la presidente en el gobierno, o casos de nepotismo vinculadas con el ministro Contreras, puede ser una cortina de humo?

H.C: Su captura estaba asegurada. Es un personaje menor, que no tiene mucha protección o apoyo en nuestro país o afuera. Lo más probable es que se haya sentido cercado, y no le quedó más opción que entregarse o negociar su situación.

Más allá de denominadas cortinas de humo, los medios de comunicación están señalando el camino que conducen a personajes que semana a semana están siendo puestos al descubierto. Eso es positivo.

Ddlc: ¿Cuál es su opinión sobre el caso Vladimir Cerrón, y el del exministro Juan Silva? ¿A qué atribuye el hecho que no sean capturados?

H.C: Se trata de un sujeto que no tiene escrúpulos ni principios. Demuestra su cobardía y se siente con poder, protegido. Es la lectura que fácilmente se deduce. Entre corruptos se protegen, de eso no existe duda.

El dirigente principal de Perú Libre es un personaje nefasto para el país y sus partidarios, que parecen estar con los ojos vendados. Su cuestionada participación en la política se mantiene por el pequeño poder congresal que tiene su bancada, fuera de eso es un don nadie. No tiene futuro. Los peruanos le pagan su sueldo como líder de un grupo político cuyos miembros no aportan nada. Ya les queda poco tiempo.

Sobre el exministro Silva, creo que se trata de otro oscuro personaje que le teme a la justicia, y que sabe que tarde o temprano le rendirá cuentas a la justicia. Nada es eterno en la vida, algún día caerá, más allá de estar protegido o no.

El contexto cambia, igual que las coyunturas, así que es cuestión de tiempo, y veremos que la justicia se encargue de estos individuos, siempre y cuando los justicieros cumplan su papel.

Ddlc: Hace meses que se vienen anunciando cambios en el gabinete. ¿Qué perfil debería tener el mismo?

H.C: Eso es una rutina habitual de todos los gobiernos, y el actual no es una excepción. El Perú es un país altamente impredecible desde el punto de vista político. Es decir, los hechos suceden y cambian en el momento menos indicado o previsto. No se tiene una cultura política estable y de nivel.

Prima el interés político, partidario, económico, amical, pero no el social. Acá existe el "sal tú para entrar yo". A nadie se le puede ver triunfar o hacer bien las cosas, porque muchos que promueven la envidia, la codicia, el celo y la mediocridad, se sienten afectados y petardean o inventan cualquier cosa, para evitar que lo bueno se imponga o se establezca.

La solución no pasa por los cambios que pueda haber en un gabinete; que, si es doctor, maestro, agricultor, PHD, político quien asuma alguna cartera, lo que se espera es contar con gente honesta, desprendida y sin ningún compromiso partidario o de otra índole que no sea su compromiso con el país, y con las necesidades de los ciudadanos.

Si en el estado hay puro ladrón, incompetente, e inmoral con grados académicos nacionales e internacionales, no nos sirve de nada, como hemos visto en los últimos años.

Ddlc: ¿Tiene la presidente nombres que pueda escoger?

H.C: No tengo en mente algún nombre que pueda generar confianza. Quizá haya alguien, pero no lo veo o en todo caso algunos no se arriesgan, o no se les da la oportunidad.     

Ddlc¿Piensa que una convocatoria a elecciones sería una buena medida para solucionar la crisis política, pese a que no se ha realizado ni un cambio al sistema político, que desde el ejecutivo se anunció un proyecto sobre el tema y no se ha sabido más, y desde el legislativo ninguno? ¿Qué podría vislumbrar?

H.C: Los hechos pueden cambiar, siempre y cuando sean otros los protagonistas. Vemos que todos los actores de siempre siguen en pie. No hay nuevas alternativas de la que el ciudadano pueda tener esperanza de cambio en toda la estructura y el sistema del Estado.

Vemos tanto charlatán y sofista que todos los días habla cualquier homilía, cualquier alegato como receta o salida a muchos problemas que tenemos, y cuando estuvieron en el gobierno solo se dedicaron a llenarse los bolsillos o a llenar los bolsillos de sus partidarios, amigos o amigas, familiares.

Ahora abundan los opinólogos, que en su mayoría -como diría José Saramago- viven en un mundo de apariencia y creen que tienen derecho que, por escribir una columna, tenemos que creer que es verdad lo que dicen.

El problema no es la ley, el partido, el día, la fecha, la elección. La solución a los problemas está por quien los resuelve o quien los enfrenta. No hace falta grados ni galones, sino gente honrada y valiente-aunque suene como un cliché-trabaje por la patria.

No creo en ninguna propuesta que venga de cualquier poder del Estado o de cualquier tienda política, y no vislumbro nada alentador, mientras sigamos con tanto nefasto e incapaz que controlan el aparato político, social y económico.