Cable repetido
Televisión por cable. Ese servicio llegó a comienzos de los 90, para ofrecer mejores alternativas, y darnos, al igual que Internet, una ventana al mundo. Convertir al país en una aldea global, ésa de la cual hablaba Marshall Mc Luhan.
Así, al poco tiempo, y junto con el celular, e Internet, los peruanos comenzamos a disfrutar de opciones de información y entretenimiento, y conectividad.
Como era de esperarse, la primera fue Movistar (antes Telefónica), y empezó a ofrecernos estos servicios, en un comienzo sin competencia.
En términos generales, el servicio fue satisfactorio. Podíamos ver series completas, sin cortes, películas, deportes, espectáculos, documentales. Con el paso del tiempo, sin embargo, los paquetes y su complejidad aumentaron, al extremo que ni sus promotores o ejecutivos de ventas los entendían.
Así, pudimos ver series como Monk, Friends, Will and Grace, Becker; Frasier, CSI (en sus tres versiones), la Ley el Orden, Saturday Night Live, y un larguísimo etcétera.
En los últimos años, sin embargo, la oferta ha ido decayendo. Series gore de baja estopa, por lo menos para nosotros, excesiva presencia de programas de cocina. La respuesta de la empresa por lo general es: si quieres algo mejor, paga.
Pero en los últimos dos años, por lo menos para los usuarios de Movistar, poco o nada de esto ha mejorado. Desapareció Saturday Night Live. Los capítulos de la estupenda The Closer, Mayor Crimes, la nueva versión de Hawai 5-0, La ley y el Orden, los repiten hace aproximadamente un año y medio. La estupenda Laura, con Debra Messing, desapareció. No se transmiten nuevas temporadas de las series que aún se producen, ni tampoco se presentan novedades, excepto en los casos de Chicago P.D., y Blue Shape.
El divertido programa de Graham Norton, en la BBC, donde podíamos disfrutar de entretenidas entrevistas y presentaciones también salió, y nos endilgaron un canal de muy bajo nivel.
Desgraciadamente, la oferta de la televisión local es peor. Pseudo competencias, impostados e impresentables personajes del espectáculo, insufribles programas concurso. Todo por la sintonía, dirían los productores y ejecutivos. Muy poco se salva, incluida la televisora estatal, cuando no cubre actividades presidenciales o gubernamentales.
Sobre estos problemas, la empresa no ha dicho nada, y cada vez nos condena a una programación peor. Nos refugiaremos entonces, en la radio, la lectura, Internet, o Netflix. Que según dicen es la nueva amenaza para este servicio.
Desconocemos qué ocurre con otros operadores, pero la Movistar, fiel a su estilo, nos sigue torturando con su televisión, que no sirve, muchas veces, ni para informar ni para entretener sino, apenas, para ponernos al discreto o paupérrimo nivel de la señal abierta. ¿Dónde está Osiptel? ¿ E Indecopi?