< Detras de la cortina

Intocables

Uno. La crisis de Odebrecht golpea directamente a la izquierda, la supuesta conciencia moral de la nación. Durante diecisiete años la izquierda ha desarrollado una estrategia de fariseísmo político con excelentes resultados. Perder todas las elecciones y aún así participar de todos los gobiernos es la fórmula ganadora de los caviares.

Conscientes que solo Fuerza Popular podría tener la fuerza suficiente para borrarlos del Estado, los caviares han contribuido de manera decisiva en la construcción del discurso antifujimorista. Además, la izquierda caviar está dispuesta a pactar con la derecha mercantilista con tal de evitar que un gran frente popular de centro-derecha llegue al poder y construya un escenario de hegemonía. La corrupción de Odebrecht destruye el fariseísmo de la izquierda. El territorio de la izquierda no es la tierra prometida. Es trafaland.

Dos. Hay varios puntos de unión entre los caviares y la derecha mercantilista. Uno de ellos es que ambos estaban seguros de ser intocables. Si algo nos enseña la historia es que el poder es inseguro y temporal.

El poderoso siempre vive en una ciudad sitiada. Pero la soberbia es una consejera venenosa que provoca la caída de manera inevitable. La soberbia caviar y el elitismo insensato de la derecha mercantilista crearon en ellos una distorsión analítica hasta el punto de creer que, realmente, eran poseedores de la verdad institucional. Esto, por supuesto, es falso. Siempre lo fue. Pero la corrupción desnuda al poderoso y permite que la sociedad restablezca el equilibrio. Nadie es intocable, mucho menos cuando el pueblo se harta de la corrupción.

Tres. Los ministros tendrían que optar por un gobierno de concertación nacional no por un Ejecutivo que se enfrente a las calles. Aún en sus momentos de mayor esplendor, los gobiernos deben tener en cuenta el peligroso factor de la indignación popular. El que pelea con el pueblo liquida su propia inmunidad. 

*Analista Político y Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad San Ignacio de Loyola 

Diario "Correo"

Reproducido con la autorización del autor