Biocombustibles: ¿una industria o un gran negocio para todos?
Es frecuente leer y escuchar que los biocombustibles son parte de la solución al calentamiento global producido por la emisión de gases efecto invernadero, como también es frecuente leer y escuchar a detractores que sostienen que los biocombustibles afectan a la agricultura, al medio ambiente y que uno de sus efectos directos es la disminución de áreas cultivables destinadas directa o indirectamente al consumo humano.
Obviamente lo que leemos y escuchamos sobre biocombustibles tiene mucho de verdadero y grandes dosis de interés y peor aún de desconocimiento de aspectos técnicos que deben ser evaluados, o al menos considerados.
A continuación algunos de los temas que como ciudadanos responsables de nuestro futuro y del futuro de las próximas generaciones, debemos tener presente, no como verdades absolutas o como evidencia tangible, sino más bien como elementos críticos que nos permitan entender un poco más las múltiples aristas de estos temas, y en consecuencia estar en capacidad de realizar preguntas más precisas y saber que los biocombustibles pueden ser un gran negocio para todos.
¿Una nueva matriz energética?
La alternativa al calentamiento global no se halla en el simple cambio de la matriz energética actual, consistente en el empleo de los derivados del petróleo. Lo que se requiere de manera inmediata es contar con fuentes de energía no contaminantes que provengan de diversas fuentes y que permitan la disminución del consumo de derivados del petróleo.
Ninguna de las alternativas en las que se viene trabajando, por sí solas son efectivas. Lo que se requiere es una matriz múltiple que optimice las posibilidades y los recursos de cada uno de los estados que asuman este grave reto. En Europa, por ejemplo, países como Francia emplean una matriz múltiple que combina energías derivadas del petróleo, nuclear, eólica y de biocombustibles. La magnitud de uso dependerá de los recursos naturales y de las políticas de cada estado, a fin de ir disminuyendo las fuentes energéticas de mayor emisión de gases efecto invernadero y privilegiando las no contaminantes.
¿Etanol y biodiesel para el parque automotor?
En nuestro país la regulación de los biocombustibles tiene como mercado objetivo al parque automotor del país y como razones de estado: la defensa medioambiental y la lucha contra el tráfico ilícito de drogas (mediante la sustitución de cultivos en la selva). Es decir, la política medioambiental se centra en un programa de reducción del consumo de gasolina y de diesel. Ahora bien, no se trata sólo de tener una norma que obligue a mínimos de mezcla de la gasolina y del diesel con biocombustibles - etanol y biodiesel respectivamente - lo principal es contar con una estructura de costos que justifique el uso de tierras agrícolas, el diseño de mecanismos de distribución, la adaptación mecánica de los motores de los vehículos y el empleo de la agua escasa (primero para producir la materia prima y luego para las ingentes cantidades de agua que usan las refinerías de biocombustibles).
Un rápido análisis de este aspecto nos revela que Lima posee más del 75% de los vehículos existentes en el país (por algo contamos con dos refinerías en Lima: La Pampilla y Conchán), por lo tanto se debería de tener en las proximidades a la capital no solo las refinerías de biocombustible, sino también las decenas miles de hectáreas de cultivo necesarias para la producción de la materia prima.
¿Y qué sucede con la gran industria que consume grandes volúmenes de combustibles contaminantes como el diesel? ¿no es acaso un mercado importante y un agente importante en la emisión de gases efecto invernadero?
¿Beneficio medioambiental?
El gran problema de los biocombustibles es su gran ventaja. Si pensamos en la costa, la obtención de la materia prima requiere de grandes extensiones de tierra y de agua; y si bien se puede cultivar el desierto, no hay forma de evitar el problema que significa la escasez de agua en toda la costa del país. Si pensamos en la sierra, podríamos decir que existe agua, pero las tierras son escasas, y aquí sí se estaría afectando la producción de alimentos del país. Y si consideramos la selva, se presenta un grave problema, que es también causante del calentamiento global, la deforestación. Pero a esto también se agrega un problema técnico agrícola y es que el exceso de agua, mejor dicho la incapacidad de controlar el volumen de precipitaciones en la selva, afecta la calidad de la materia prima que se requiere para la producción de biocombustibles (v.g: los cultivos de caña sobreexpuestos al agua se ven alterados en su composición química, disminuyendo la calidad del etanol como producto final de la refinación de los alcoholes).
Un enfoque de eficiencias
1. La matriz energética de un país se determina en función de los recursos naturales que éste posea. En nuestro país contamos con grandes fuentes energéticas no contaminantes. Entre las más conocidas están la energía hidráulica, el gas natural, la energía solar y la energía eólica. Y son justamente estas fuentes las que se deben ver como un todo, como una matriz que sabiamente estructurada debe ser el camino para contar con la energía necesaria para el desarrollo del país y para la reducción de la emisión de gases efecto invernadero.
2. El empleo eficiente y estratégico de los biocombustibles debe considerar que ellos son un elemento que debe promoverse de manera inmediata, pero sabiendo que su utilización será reducida si se apunta a un mercado minorista, por los altos costos de producción y distribución que llevaría a una estructura de precios poco competitiva. Pero además debe considerarse la barrera tecnológica que requiere ser superada mediante la adaptación de filtros para el uso de los biocombustibles. Estos aspectos, entre otros, afectan la eficiencia del mercado automotriz como primer objetivo para la introducción de los biocombustibles.
3. El equilibrio medioambiental siempre ha sido frágil y hoy lo es más que nunca. Se requieren serios estudios de impacto ambiental para determinar los efectos de cultivar grandes extensiones de desierto o de deforestar parte de nuestra Amazonía para cultivos ajenos a dicho entorno. Y la escasez del agua también constituye un grave problema en nuestra costa desértica.
Algunas sugerencias
1. Promover la producción de biocombustibles por la pequeña empresa nos abriría un amplio espectro de materias primas que podrían usarse, que en la actualidad existen y muchas veces se consideran residuos, mermas de otras actividades y que solamente podrían ser utilizadas a pequeña escala.
Y por el lado privado, existen grandes empresas que pueden utilizar sus residuales para la elaboración de biocombustibles.
De esta manera podríamos tener en nuestro país biocombustibles no solo derivados de grandes cultivos de plantas ricas en azúcares o de plantas oleaginosas, sino biocombustibles obtenidos incluso de animales y de aceites residuales (un ejercicio: póngase a pensar cuantas toneladas de papas se fríen a diario en Lima, y cuánto aceite quemado queda luego. Pues bien, ese aceite se puede convertir en biocombustible).
2. El parque automotor puede ser atendido por empresas eficientes desde una perspectiva segmentada, pues parece ser evidente que para este mercado se hace complicado alcanzar una economía de escala (grandes volúmenes de producción). Es más, mientras el 2007 se iniciaban grandes inversiones en diversas zonas del país, ya en Lima un pequeño empresario del sector transportes hacía sus primeras pruebas produciendo biodiesel con tecnología nacional, fruto de las investigaciones que se vienen desarrollando en la Universidad Nacional Agraria La Molina.
Y este caso resulta sumamente ejemplar, pues se trata de un círculo virtuoso en el que participaron el sector académico y un empresario que iba a producir biodiesel y que se asoció con potenciales consumidores del biocombustible. En términos prácticos, piensen en un vendedor de gasolina que para abrir un grifo se asocia con sus consumidores, por ejemplo, con un comité de transportistas. De esta manera puede medir a ciencia cierta dos variables fundamentales para su negocio: la cantidad a producir y el flujo de ventas.
Así los miles o millones de emprendedores de nuestro país no requieren invertir en una refinería de US$ 50’000,000.00 para suministrar biocombustible a gran escala, pueden comenzar con una inversión de US$ 15,000.00 para proveer a unos cuantos consumidores identificados o mejor aún, negocios en marcha que consumen combustible contaminante pueden refinar su propio biocombustible.
Biocombustibles en la región
Brasil lleva más de 40 años desarrollando la industria del etanol y cuenta con el firme compromiso de gigantes automotrices como Toyota y Daimler-Benz que han desarrollado a lo largo de décadas automóviles híbridos y que permitirán la efectiva utilización del biocombustible fabricado a gran escala. Lo que no debe perderse de vista es que desde hace más de dos décadas ya viene introduciéndose este tipo de vehículos. Obviamente este esfuerzo de política de gobierno y de desarrollo tecnológico lleva años y se desarrolla en un mercado con alrededor de 200 millones de habitantes.
Colombia que ha tomado la punta en esta parte del continente en la inversión en biodiesel ha centrado su política de estado en el desarrollo de un sistema de tuberías que permita llevar el biodiesel desde las zonas de producción y refinación hasta las grandes ciudades.
Argentina usará su capacidad de producción de granos para obtener materia prima, esto ya ha creado alzas en el precio de estos commodities.
Paraguay busca aprovechar materia prima ya existente y desechada, como la grasa de reses y cerdos. Es un caso interesante, en el cual el efecto de protección medioambiental es doble pues no solo se reducirá el consumo de combustibles contaminantes, sino que además se reciclarán deshechos de la industria ganadera.
En Perú todo hace prever (por acción de incentivos positivos e incentivos negativos) que las grandes empresas venderán su producción de biocombustibles a Europa. Esto debido a que por ley los países industrializados deben disminuir sus emanaciones de gases efecto invernadero. En la actualidad países como Bélgica, Francia o Alemania tienen agentes que han salido al mundo a buscar adquirir producciones a futuro. Los incentivos positivos que genera la necesidad de los países industrializados se presenta por partida doble: (i) venta a futuro de la producción de biocombustibles y (ii) venta de Bonos de Carbono (un híbrido financiero/medioambiental que permite que los esfuerzos de la industria sean tangibles, en la disminución de toneladas de CO2, ya sea por reducción directa de una empresa o por la adquisición de uno de estos bonos, emitidos por una empresa que sí ha hecho la reducción de sus emisiones contaminantes) que obtendrían las empresas nacionales de biodiesel. Y los incentivos negativos los introduce el gobierno que no ha sido firme en la regulación y que ha dado señales de inseguridad respecto a las fechas de entrada en vigencia de la obligatoriedad de las mezclas de los combustibles contaminantes con los biocombustibles.
A modo de conclusión
En el Perú, con más de 30 millones de personas, la oportunidad está abierta para todos. Y no solo para los grandes capitales que han optado por un modelo de producción de la materia prima, y que siendo así, al tener una fase de agricultura, deben de lidiar con el riesgo climatológico de “El Niño”.
La materia prima posible para la elaboración de biocombustibles es diversa y en un país con la geografía y recursos naturales como el nuestro, no parece ser eficiente concentrarse sólo en la agricultura de un único producto.
Menos eficiente es pensar que los biocombustibles son un negocio para grandes capitales o que se trata de una industria aislada. Muy por el contrario, los emprendedores pueden aprovechar materia prima desechada de otras actividades o industrias. Las grandes empresas pueden evaluar la posibilidad de utilizar sus deshechos, los inversionistas que apuesten por la economía de escala y el cultivo de la materia prima deberían de diversificarla, tanto en especie (tipo de cultivo) como en la ubicación de las plantaciones (costa, sierra y selva), y el gobierno podría ampliar su visión de los biocombustibles, estableciendo los beneficios tributarios necesarios para que todos los posibles agentes económicos puedan acceder a esta industria.
Finalmente, como en todo negocio, la rentabilidad de los biocombustibles debe de ser maximizada. Y justamente la rentabilidad en este negocio es doble, pues esta industria eficientemente planificada, sin importar su escala, genera rentabilidad económica y rentabilidad ambiental, es decir un beneficio para todos.
*Abogado, Universidad de Lima, con maestría en Banca y Finanzas.