Detras de la cortina

Seguridad ciudadana: Entre la ilusión y la realidad


A poco de haber asumido el cargo, el premier César Villanueva anunció una serie de medidas para reducir los índices de delincuencia, y fue categórico: “No nos va a ganar”. Pasados dos meses de su gestión, helicópteros y patrulleros adquiridos, y policías purgados, demuestran que estas acciones no han dado resultados. Las pruebas las tenemos todos los días, los criminales atacan desde ambulantes hasta empresarios. La criminalidad actual ha dejado de ser un problema visible para convertirse en un fenómeno fuera de control. La verdad es que después que uno es asaltado, siente impotencia e indefensión. Ya meses atrás el politólogo Carlos Meléndez contó cómo después de ser asaltado y apuñalado, en la comisaría le hicieron problemas y en el hospital le quisieron cobrar, y se sabe que en muchos lugares del país ha aumentado todo tipo de crímenes. Desde asesinatos, ajuste de cuentas, asaltos, robos al paso que no son sancionados, hasta chantaje de 5 soles diarios a bodegueros o dueños de quioscos. La delincuencia se ha convertido en una especie de neosenderismo, y ya algunos ciudadanos en ciudades como Trujillo, exigen jueces sin rostro. No se trata solo de leyes y equipamientos: es cuestión de capacitación, empoderamiento, logística, estrategias, y por supuesto, liderazgo. Pero el estado peruano carece de estos atributos. El ahora invisible premier que recién ayer se ha pronunciado sobre las polémicas declaraciones del presidente en torno a la propiedad de los medios, menciona el tema constantemente. ¿Culpará este gobierno - donde la criminalidad ha aumentado notoriamente - a ellos de la delincuencia?