< Detras de la cortina

La mítica Biblioteca de Alejandría

La Biblioteca que hoy se visita con asombro en Alejandría (Egipto) no es más que una versión vanguardista de aquel templo de la sabiduría que cambió la vida de Occidente. La gran Biblioteca original, fundada por Tolomeo a instancias del gran Alejandro en el año 283 a.c., fue conocida en sus orígenes como Mouseion (santuario de las musas’). En ella trabajaron durante siglos generaciones enteras de filósofos e investigadores a tiempo completo, sabios griegos en su mayoría, pero también era una biblioteca pública a la que tenía acceso cualquier persona, sin necesidad de cualificaciones académicas.

Demetrio de Falero, un discípulo de Aristóteles, fue el primer encargado de dirigir aquella Biblioteca, donde se apilaban pergaminos de todas las culturas, muchos traídos por el propio Alejandro de sus incursiones por Oriente. Todos los manuscritos llegados por barco al puerto de Alejandría eran confiscados por ley y copiados. Se encomendaba a los comerciantes buscar y comprar cuantos papiros pudieran encontrar en los mercados del Mediterráneo. Aunque algunos estaban escritos en griego, también había otros muchos procedentes de culturas y lenguas lejanas, particularmente de la India, que eran de inmediato traducidos, clasificados y guardados enrollados en casillas ordenadas. 

Así, todo el saber de los antiguos sabios orientales (indios, chinos, budistas, persas, judíos, etc.) era puesto al alcance de los estudiosos griegos, lo que dio lugar a un flujo de sabiduría que terminaría siendo el sustento intelectual de Occidente desde que Abelardo de Bath descubriera los tratados de Aristóteles en Anatolia y los tradujera del árabe al latín en el siglo XII.

Hasta entonces, Europa había sido un erial intelectual. Parece que la destrucción de la Biblioteca se la repartieron entre Julio César, que prendió fuego al puerto de Alejandría en el año 48 a.c.; Aureliano, que sitió la ciudad en el año 270 d.c.; y finalmente el emperador cristiano Teodosio, quien terminó de destruir los manuscritos y pergaminos que quedaban escondidos en el templo de Serapeum, en una feroz cruzada antipagana que llevó a cabo en el 391 d.c.

El gobierno egipcio, en un loable intento de resucitar el esplendor de aquel centro de saber y cultura, inauguró en el año 2002 una impresionante obra de arquitectura moderna que se ha convertido en uno de los centros más importantes de la cultura egipcia.

Tiene la forma de un disco gigantesco, formado por numerosos paneles, insertándose en la tierra. Las paredes exteriores, curvadas como una ola, están decoradas con letras, jeroglíficos, pictogramas y símbolos de más de 120 escrituras distintas.

En el interior, la sala principal tiene capacidad para ocho millones de libros y puede albergar hasta 2500 lectores bajo su techo inclinado, con ventanas especialmente diseñadas para dejar pasar la luz natural, pero evitando los rayos directos del sol que podrían dañar la colección.

Además de la sala principal, la Biblioteca cuenta con tres museos permanentes, cuatro bibliotecas especializadas, un planetario, un centro de conferencias, exposiciones temporales y permanentes y un completo programa de actividades.

Para no alargarme, concluiré reiterando que la inmensa mayoría de los manuscritos y legajos que contenía la primitiva Biblioteca fueron destruidos por el fuego devastador de los romanos.

En el llamado Museo de los Manuscritos del impresionante edificio actual aún se halla, guardado como oro en paño, el único rollo recuperado de la primitiva Biblioteca.

Ahora a Egipto viajan mayormente turistas que compran un ‘paquete’ con avión y crucero por el Nilo incluido. Pocos son los viajeros que rinden visita a la hermosa Alejandría. Ellos se lo pierden. Es una ciudad fundada por los griegos, conquistada a sangre y fuego por los romanos, primero, y los árabes después, e influida por todos los pueblos del Oriente mediterráneo.

No hay allí antiguos templos como en Luxor, ni Pirámides como en Giza, pero sí huellas extraordinarias de las civilizaciones griega (prácticamente restos del Faro sumergidos en el mar, el resto yace bajo diez metros de tierra), romana y musulmana. Y leyendas, como el famoso Faro de Alejandría, una de las ocho maravillas del mundo antiguo, cuyos restos han sido hallados en el fondo del mar. Se lo contaré en otra oportunidad.

Aunque en la actualidad estoy utilizando una cámara Fujifilm serie XT2O, muchas imágenes de este reportaje están tomadas con otra cámara. Los grabados proceden de Internet.

Se puede seguir aquí mis ‘Crónicas de un nómada’ en Radio 5 (RNE)

Publicado en https://abcblogs.abc.es/cronicas-nomada/africa/la-mitica-biblioteca-de-alejandria.html

18/2/19