< Detras de la cortina

¡Aumento, informalidad y sobrecostos!

Un debate de nunca acabar y que genera contradicciones naturales de la intención a la realidad, es el incremento del salario mínimo por norma legal expresa, lo que se traduce en el ofrecimiento político de los que no pagan planillas con su bolsillo y que reconocen que los trabajadores realmente ganan poco, versus los que sí las pagan, ya sea pequeños y/o micro empresarios y que aducen sobrecostos laborales. 

En este caso se enfrentan las posiciones de los técnicos-en su mayoría economistas que con sus matemáticas sofisticadas y supuestos macroeconómicos como la inflación, demuestran que el sueldo mínimo está atrasado por la pérdida del poder adquisitivo- y los prácticos que pagan planillas, que en su mayoría afirman que es un sobrecosto para sus pequeños negocios, y los llevará a continuar siendo informales porque no pueden asumir los costos de la seguridad social y encima vacaciones. Recordemos que tres de cada cuatro trabajadores no están en planilla. 

El tema nos recuerda a los debates ideológicos de antaño, entre explotados y explotadores, sindicatos fuertes con dirigentes sindicales con permisos por labor sindical remunerados por ley, y empresarios que usufructúan el trabajo honesto como, por ejemplo, en los services, (empresas privadas intermediarias que brindan servicios de seguridad, entre otros, a través de los denominados marrones; estos trabajadores reciben salario mínimo mensual, pero cobran sus remuneraciones cuando las instituciones públicas o privadas que contratan a sus empresas pagan puntualmente las facturas presentadas por sus empleadores, de lo contrario sus propietarios “mercantilistas” simplemente no les pagan, porque afirman que quienes han contratado el servicio no cancelaron la factura y encima aducen no tener dinero disponible).  

La realidad es que con un mercado imperfecto, lleno de vicios y falta de autoridad de trabajo, demorará mucho en fijarse el valor real del salario mínimo. Cabe precisar que actualmente a muchos trabajadores no se les paga ni siquiera los S/ 600 (empleados de restaurantes entre otros), ya que se trata de gente poco calificada, y que lo son por desempeñar labores de escasa productividad y remuneración. 

No olvidemos que la migración del campo a la ciudad ha generado que, en el mejor de los casos, los “campesinos sub empleados” contribuyan marginalmente a la producción total y que la competencia de esta reserva laboral mantenga los salarios bajos, inclusive si la economía se enriquece, tal como lo sostenía el Premio Nobel en Economía W. Arthur Lewis. 

De esto debe tomar nota el Consejo Nacional de Trabajo; lo que se debe intentar hacer con carácter de urgente, es elaborar un Plan Estratégico Nacional (Estado-privado) que se aplique en el mediano y largo plazo y que tenga como objetivos, entre otros, mejorar la distribución de los recursos para mejorar el nivel de vida de los trabajadores. 

Sin embargo, tampoco debemos olvidar al pensador Robert Owen cuando decía que “la clase trabajadora puede ser perjudicada, degradada u oprimida de tres maneras: descuidándolos en la infancia, cuando se les sobrecarga de trabajo o cuando se les paga bajos salarios.” 

En este debate es necesario recordar las tres reglas de oro de la economía: a) toda política económica tiene ganadores y perdedores, b) todo bien o servicio tiene un precio y c) cualquier beneficio tiene un costo. 

Entonces la polémica está abierta, esperemos a ver qué sucede en el futuro con el sueldo mínimo fijado por decreto.

*Economista