Conducir en Lima
Ni bien bajé del avión me enfrenté a las tres docenas de taxistas que en todos los tonos del mundo, con silbadita y "pssstpeteada" incluida, trataban de llamar mi atención para que abordara uno de sus vehículos que me conduciría, rauda y peligrosamente, del Jorge Chávez, nuestro maltrecho aeropuerto, hasta mi casa. Felizmente que ella vino a recogerme.
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