< Detras de la cortina

Llora por mí, Argentina

Meses atrás, la situación de Argentina ya se mostraba crítica. Y tanto The Economist como The New York Times describieron un escenario complejo en el que uno de los países con más recursos en América Latina, no ha hecho más que encaminarse firmemente al subdesarrollo. 

En esta nota titulada "Llora por mí, Argentina", de Roger Cohen, uno de los periodistas veteranos del Times y especialista en política internacional, describe al país como “narcotizado por ese quijotesco brebaje político llamado peronismo" y en una "guerra total contra los datos económicos fiables".

Este artículo ha sido publicado antes que el juez estadounidense Thomas Griesa ordene el pago de 1,500 millones de dólares que Argentina debe a los llamados fondos buitre, fondos que se dedican a comprar la deuda de empresas, economías o Estados próximos a la bancarrota o en un estado crítico que después recuperarán con elevados intereses. Al igual que los animales carroñeros, estos fondos de capital libre buscan recursos en descomposición de los que sacar beneficio.

Los principales problemas de Argentina, no son pues, ni el campeonato de fútbol pasado ni los especuladores. Por esta razón, ofrecemos una reseña de la misma.

-En esta época post-boom de los commodities, Brasil está en proceso de convertirse en Argentina, Argentina está en proceso de convertirse en Venezuela, y Venezuela está en proceso de convertirse en Zimbabwe. Eso es un poco duro para Brasil y Venezuela.

-Argentina es una nación todavía narcotizada por ese quijotesco brebaje político llamado peronismo; involucrada en una guerra total contra los datos económicos fiables; jugueteando con su tipo de cambio multinivel; excluida de los mercados de capitales globales; pisoteando los derechos de propiedad cuando lo desea; obsesionada con la pérdida las Malvinas hace más de tres décadas, y convencida de que la causa de todo este fracaso recae en los poderes especulativos que buscan forzar a una nación orgullosa -en palabras de su líder- "para volver a comer sopa de nuevo, pero esta vez con un tenedor " .

-Hace un siglo, Argentina era más rica que Suecia, Francia, Austria e Italia, y Japón. Despreciaba a Brasil. A su fértil pampa llegaron inmigrantes europeos que la inundaron. Ellos no sabían que un coronel llamado Juan Domingo Perón y su esposa Eva (“Evita”) daría forma a un poder delirante.

-"Argentina es un caso único de país que ha completado la transición hacia el subdesarrollo", dijo Javier Corrales, politólogo de la Universidad de Amherst (Massachussets).

 -En términos psicológicos, la Argentina es el niño que nunca creció. La responsabilidad no era lo suyo. ¿Por qué debería serlo? Había tanto para ser saqueado, tantas riquezas en grano y ganado, que las instituciones sólidas y el imperio de la ley -por no hablar de un sistema de impuestos que funcionara - parecía una pérdida de tiempo.

 -Los inmigrantes llegaron a la Argentina con pasaportes extranjeros en lugar de ser absorbidos por el país como sucede en Brasil o Estados Unidos. Luego, para dar expresión a su singularidad, Argentina inventó su propia filosofía política: una extraña mezcolanza de nacionalismo, romanticismo, fascismo, socialismo, conservadurismo, progresismo, militarismo, erotismo, fantasía musical, desconsuelo, irresponsabilidad y represión. El nombre que se lo dio a todo esto fue peronismo. Ha resultado imposible de hacerlo cambiar.

-Perón, el militar que descubrió el beneficio político de crear vínculos con los desposeídos de América Latina y la distribución de dinero en efectivo (una lección absorbida por Hugo Chávez), fue depuesto en el primero de los cuatro golpes de la posguerra. La Argentina que cubrí en la década de 1980 estaba emergiendo del trauma del régimen militar, y la imagen emblemática es de los sollozos incontrolables de las mujeres argentinas aferradas a las fotografías de los niños que habían sido arrebatados por los militares para un "breve interrogatorio", sólo para desaparecer. Las Juntas militares de la región convirtieron "desaparecer " en un verbo transitivo. Es lo que hicieron con los que consideraban enemigos, 30.000 de ellos en Argentina.

-Desde 1983, Argentina ha cesado su latigazo cívico-militar, juzgó a algunos de los autores de crímenes contra los derechos humanos y se ha gobernado democráticamente. Pero la mayor parte de ese tiempo ha sido dirigido por los peronistas, más recientemente por Néstor Kirchner y su viuda, Cristina Fernández de Kirchner (reminiscente de la viuda de Perón, Isabel), que han vuelto a descubrir la redistribución, después de un aluvión peronista neoliberal en la década de 1990. El latigazo económico está vivo y en buena forma, al igual que el gasto imprudente en los buenos tiempos y las medidas fuera de la ley en los malos. También en saludable forma las evocaciones cursis de Perón y Evita e Isabel: En la tierra como en los cielos.

-Hace veinticinco años, me fui de un país de hiperinflación (5.000 por ciento en 1989), fuga de capitales, inestabilidad monetaria, intervencionismo estatal de mano dura, disminución de las reservas, la industria no competitiva, fuerte dependencia de las exportaciones de materias primas, algo que reaviva fantasías peronistas y un complejo de sentirse en el fondo del mundo. Hoy la inflación es alta y no híper. Fuera de eso, no mucho ha cambiado.

-Cuando arribé a Ushuaia, en el extremo sur de Argentina, lo primero que vi fue un cartel diciendo que las islas "Malvinas" estaban bajo la ocupación ilegal por parte del Reino Unido desde 1833. Lo tercero fue un paquete de galletas "hecho en Ushuaia, el fin del mundo" (Malvinas). La cuarta era una calculadora de bolsillo utilizado por un comerciante para averiguar las tasas dólar-peso.

La esperanza es difícil de desterrar del corazón del hombre, pero tiene que ser dicho que Argentina hace todo lo posible para hacerlo.