< Detras de la cortina

¿Qué tan posible es Perú Posible?

El principio de presunción de inocencia debe ser respetado y aplicado en forma irrestricta y para todas las personas, así se trate de las acusaciones más horrendas y de que el individuo en cuestión sea objeto de todas nuestras sospechas. 

Alejandro Toledo tiene y debe gozar de ese derecho constitucional hasta que no se pruebe lo contrario. Por tratarse de un expresidente democrático y por el efecto que tendría la confirmación de la comisión de un delito para su familia, para su partido y para sus electores (que en algún momento deben haber sido millones de peruanos), deseo, con absoluta honestidad, que todos los indicios criminales que se vienen configurando en sus asuntos inmobiliarios no se lleguen a corroborar. 

No obstante, al tratarse precisamente de un exmandatario que aportó en la recuperación de la dignidad (que hasta el día de hoy es un valor escaso) de la actividad política en el país, tras los años de oprobio por la corrupción de los 90; y por tratarse de quien encabeza un partido (Perú Posible) que con limitaciones y errores trata de consolidarse como tal, y desde ahí, contribuir a la gobernabilidad democrática en el Perú, Toledo debería haber renunciado ya al partido o al menos suspendido su militancia, hasta que legal y judicialmente todas estas acusaciones se aclaren en las instancias correspondientes. 

Por lo que se ve, el vía crucis legal y procesal de Toledo tiene para rato y su situación es enormemente complicada, a tal punto, que podría terminar tras las rejas (increíblemente siguiendo la misma suerte de Alberto Fujimori). Pero políticamente el creador de la chakana no debe olvidar que, en su momento, las adhesiones que recibió fueron precisamente y en buena medida por una reacción de indignación ante la corrupción en el país. Y tampoco debe olvidar que el caudillismo (hoy convertido en egoísmo) con el que hasta ahora ha manejado Perú Posible debe llegar a tal nivel de obligar a sus seguidores y a su organización a blindarlo políticamente hasta reducir su credibilidad, legitimidad y futuro a cero. 

El futuro y las posibilidades reales de subsistencia de Perú Posible hoy en día van en directa relación con la capacidad que tengan sus dirigentes de ir más allá de la suerte o de las decisiones personales de su aún cuestionado jefe (no uso palabra líder a propósito). Más, si quien se siente dueño del partido se aferra a este bajo cualquier costo. En otras palabras, Perú Posible solo será posible si tiene verdaderos dirigentes, si su vocación es institucional y no solo una camarilla de patas o ayayeros soñando en una locomotora electoral para el 2016.

*Analista político y periodista de Canal 35, ATV+ 

“Martes de Licencia”, Diario Correo, 3/09/13 

Publicado con la autorización del autor