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Europa del Este vista por un peruano (2)

Como decíamos en nuestra crónica anterior, este viaje no fue sólo a Rusia. En realidad, salimos de Lima con destino a Zurich (Suiza), cantón (región alemana), donde nos esperaba una amiga con un cartel que decía mi nombre, porque iba a ser mi cicerone, y nos llevó a un restaurante en un explanada, una meseta, una zona con calles de tierra, sólo la principal era de asfalto, con sembríos verdes que rodeaban los chalets. Un paisaje muy bonito. Ahora bien, el almuerzo no nos gustó mucho.

En República Checa, nos sorprendió por el progreso alcanzado desde la caída del Muro de Berlín. Una ciudad moderna, muy bonita, con una bella campiña. Y no tan agnóstica, tenía bastantes iglesias. No vimos crisis, sí nos advirtieron sobre la delincuencia, y que, por ejemplo, las damas no dejen su cartera.
Estuvimos en el barrio judío, la casa de Kafka y también la de Chopin, a la cual se sube por una calle estrecha por una escalera y se ve un piano, mientras como música de fondo se escuchaba una polonesa.
En Varsovia (Polonia) nos llamó la atención una plaza con un reloj que marcaba los siglos, años, las horas, los minutos y los segundos, y además, una maravilla, es mecánico.  
Otro de los hechos importantes del viaje fue cuando, estando en una plaza, sentimos que en una de las tiendas estaban tocando un tango, y nos sorprendió, y terminamos bailando con una polaca. Rescato la arquitectura y las calles estrechas y empedradas, gente bonachona, no son como las calles españolas como Madrid y Barcelona, o aún como en la sierra. En esa parte de Europa se va por ahí y se gira por allá. Es entreverado pero bonito. La comida no es muy buena, pero es cómoda, destacan las sopas de verduras con carne y repollo.
Pasé por la universidad de Cracovia, donde estudió Juan Pablo II, con una construcción muy parecida al Ermitage.
Sin duda, el episodio más emotivo de nuest ro viaje fue la visita a Auschwitz, con sus barracones y trenes donde llevaban a los judíos (fueron 3 millones de judíos muertos). Los nazis los consideraban peores que animales. Se suponía que vivían en barracones y estaban sucios y con parásitos. Con el pretexto de bañarlos los llevaban a las duchas y en vez de eso los mataban con gas. No encontré neonazis.
En general, la comida europea no nos pareció buena. Sólo nos agrada la mediterránea, principalmente, España, Italia con sus pastas y tallarines, y Grecia. Como anécdotas, mencionaremos que años atrás en Pisa (en un restaurante dentro de la torre) comimos una pizza que resultó ser una calamidad. La mejor pizza la disfrutamos en Nueva York, y la mejor paella la comimos en Londres en un restaurante español, donde casi todos los comensales eran españoles. Ni en Bilbao, ni Barcelona, ni San Sebastián la sentimos tan deliciosa.
También pasamos por Eslovaquia, muy bonito, pero moderno, y con tradición, y con sus calles empedradas.
La comida europea no nos gustó. Para un latino, un peruano, cuya gastronomía está considerada como una de las mejores del mundo, no se compara. En Europa sólo se come arroz con la paella en España, y en el resto, papa y ensalada.
En nuestro tour había una pareja de colombianos y otra de ecuatorianos, el que habla, otro más y un militar.
El único incidente desagradable que vivimos fue en Zurich. Un taxista que no hablaba en inglés ni castellano. En el hotel preguntamos cuando debo pagar, dijeron tal cantidad y nos quisieron cobrar 5 veces más. Vimos la puerta, el salió y quiso cerrar la maletera con llave, pero antes de eso tomamos nuestro equipaje y salimos.
Despúes de esta experiencia, de hecho nos gustaría regresar, y por cultura general, recomendamos viajar cuando se pueda, es algo muy grato para los sentidos y también, por supuesto, para los sentimientos.
Médico Gineco-Obstetra. Docente de la Facultad de Medicina Humana, Universidad San Martín de Porres.