Detras de la cortina

Lou Reed: Partió del sucio boulevard *Juan Urbano


Este mes se cumple un año del fallecimiento de Lewis Allen Reed, Lou Reed, uno de los rockeros y músicos más importantes del rock n roll y símbolo contracultural. Su azarosa vida e indudable y extraordinario talento deja un inmenso legado en la historia de este género. De joven, sus padres, al descubrir sus tendencias homosexuales, no tuvieron mejor idea que aplicarle un electroshock. Su obra musical tuvo picos de belleza, pero también de irregularidad. Nosotros consideramos magistrales Walking on the wild side, Sweet Jane, Dirty Boulevard, y What´s good, de diversas producciones de su carrera, ya sea como primera voz de Velvet Underground, o como solista. Además de la endemoniada percusión de Hooky Wooky, y el notable rapeo de Original Wrapper, con un video donde también aparece Rubén Blades. La vida artística de Lou Reed es considerada de referencia para muchos músicos. Trabajó, en su primer disco, con gente de la talla de Steve Howe y Rick Wakeman, guitarrista y tecladista de Yes, respectivamente. Y a fines de las 80, con uno de nuestros cantantes favoritos, Elvis Costello, y Rubén Blades, el destacado cronista de la salsa (Nothing about the truth), con Kiss y Metallica (según muchos, proyectos fallidos, especialmente este último). Recientemente, con un grupo contemporáneo, The Killers. Ni que decir sobre su vínculo personal y musical con David Bowie. A lo largo de su existencia, Reed alternó con el mundo marginal que solía mencionar en sus canciones, del que él mismo era parte. Walking on the wild side es un retrato de los rara avis que veía en los suburbios: prostitutas, drogadictos y alcohólicos, de los que era una especie de poblador flotante. Si Clapton hizo Cocaine, Reed escribió Heroine, The perfect day, y Here comes my men, la cual habla sobre su proveedor, y basada en su adicción. En una de sus tantas rehabilitaciones, señaló: "Ya no mantengo a mi ex mujer". Se refería a la heroína. Quedará en el recuerdo sus noches en el Studio 54, con Mick Jagger, David Bowie, y Andy Warhol (amigo y colaborador). Una escena de The Doors muestra a Reed diciéndole a Jim Morrison que Dios lo llama por teléfono. Conocida es la versión de las francachelas en Studio 54, donde Andy Warhol, el creador del arte pop, recomendaba a sus amigos, entre ellos Lou Reed, a no excederse en sus dosis. En un documental, el músico señaló, que en un concierto con David Bowie - entrañable amigo suyo, colaborador, y compañero de farras - al duque le aventaban prendas íntimas de mujer, y a él jeringas, lo que graficaba su propia condición y naturaleza. Ha muerto Lou Reed, pero su legado permanecerá para el deleite de quienes admiramos su voz ronca, sus entresijos guitarreros y la crudeza poética de sus letras, que no sólo mencionan a los marginales, sino a los excluidos del sistema, como dirían ahora. Con What’s good le rendimos un tributo. Descanse en paz, maestro.