< Detras de la cortina

“Absurdeces”

En el Perú somos emprendedores, esforzados, y solidarios, pero también, en ocasiones con nuestras palabras o con nuestros hechos, expresamos nuestras contradicciones, que bien podíamos llamar “absurdeces”. Aquí presento una pequeña lista. Esta nota sólo describe algunas experiencias y expresa una percepción. 

-En el Jockey Plaza, donde trabajo, ocurre algo inexplicable. Ahí se venden zapatillas de 700 soles ($280) para arriba, básicamente ADIDAS y NIKE. Yo me sorprendo, y nunca pagaría ese precio, por demás prohibitivo, por un par de zapatillas. Sin embargo, veo que hay gente común y corriente, que no anda en su Porsche, ni en su Audi, que sacrifica muchas cosas para afrontar ese gasto. Pensarán: “Con unas Adidas me siento un ganador”, pero no tienen dinero para ir al dentista. “Prefiero comprarme mis zapatillas antes que ir al dentista” parece ser el lema. Esa es una realidad de todos los días.  

-Otra de las cosas que me parece alucinante - y otra absurdez - es la relación bizarra entre los peruanos, los BMW y los Land Cruiser. Muchos se esmeran y se sacrifican, y luego compran una Land Cruiser, una 4X4, de 48 mil dólares, o un BMW serie 5, de 55 mil dólares. Para empezar, viven en unas condiciones que no ameritan un Land Cruiser, ni mucho menos un BMW. Por su estatus socio económico, calculo, no deberían invertir más de 25 mil dólares. Gastaron el doble de lo que podrían, y como su meta fue tener su BMW, entonces pasados los 5 mil kilómetros mandan el auto al taller, donde su cuenta es de 650 dólares (aproximadamente dos mil soles), y pagan sin chistar, pero llegan al consultorio y regatean 180 soles, y dicen ¿Qué es esto? ¿Y para los amigos? Entonces no se les cobra, pero se ve su mentalidad. Expresan una contradicción brutal. ¿Qué es más importante? ¿El BMW, la Land Cruiser o su salud?

-Días atrás, un amigo me invitó a almorzar saliendo de una charla. Estaba con hambre y quería pescado, pero él sugirió chifa, y como estábamos en Lince, para mí era ir al mercado Lobatón, en una esquina clásica, y el local creo que se llama Juanito. “Y ahí ha llegado todo el mundo”, le iba a decir, pero como es visitador médico, pensé que lo podía malinterpretar, le dije para ir donde él quiera. Fuimos dónde él dijo, lo disfruté, pero luego estuve mal 3 días. Huachafada peruana o absurdez de ambos. Aunque claro, de repente fue mala suerte, me tocó algo malo, pero…

Poco después un amigo chef me invitó a jugar tenis, le conté la anécdota y le pregunté por el chifa de Lobatón, el de la esquina, y dijo “es mi preferido”, y me señaló porque no le consulté a mi amigo, y le respondí que “tú sabes cómo es la gente de prejuiciosa”. Me dejé llevar, mi amigo chef me dijo que hablé mal, que debí decirle huarique, ésa es la palabra mágica, le despertaba la curiosidad, sabía a qué se refería el término, y que es bueno. Absurdez confirmada.

-En un hotel en Copacabana, el rango de precios de alojamiento es entre 70 y 130 dólares, con vista al mar. En esa playa, con garotas, vista al Atlántico, buen clima, samba y todo. Aquí, el Marriott, el Westin, cobran de 180 dólares para arriba, con vista a la Javier Prado y el humo de los colectivos, al menos el Westin. Algo ilógico. Otra absurdez. 

En Copacabana, uno se sirve un desayuno buffet, y me cuesta 10 dólares adicionales. Acá uno quiere tomarse desayuno en el Marriott y cuesta 70 u 80 soles, no hay comparación, porque el buffet del hotel de Copacabana, no tendrá algunas frutas que ofrecen acá, pero posee más variedad de jugos y bocaditos salados. Lo servido es tres veces más. Ahí no se acaba el café ni nada. En cambio, en el Marriot o en el Westin se tiene que esperar que traigan más.

-El boom gastronómico ya está vendido, y esto es como lo de Dalí, que vendía su estilo de pintar comométodo paranoico crítico de inspiración”. Lo vendió bien. Pasó 20 años hablando sobre eso, y cuando le preguntaron qué significa, afirmó que ni él mismo lo sabía. Bueno, el boom ya se vendió, ahora hay que definirlo.

Fui al Tanta hace cuatro años, a tomar un café y comer un postrecito. En esa época cada postre estaba 17 soles. 2 cafés normales con dos menjunjes, empalogosos, en un restaurant fino. Lo acabé de comer por el precio. En el Rosita de Pueblo Libre, un suspiro a la limeña fino, cuesta 7 soles, antes costaba 4 soles, y en el Tanta 15. Y un amigo nos comentó que un elegante restaurante marino, le sirvieron un pescado a la meunier, que no era cojinova, con arroz blanco y frio, y costaba 35 soles. Cualquiera sabe que este plato mediterráneo va con papas doradas, y el pescado en una salsa que puede ser con mantequilla o margarina, y perejil.   

En el Cusco, una noche, en Chicha, pedí algo simple: un ají de gallina, con la receta de Gastón. O ají de pollo, que es lo que usualmente se sirve. Los platos costaban de 40 soles para arriba. No era barato, para ser provincia. Era un ají de gallina más.

-Hay dos cruceros, de abajo hacia Brasil, y para arriba, por el Marañón, hasta la frontera con el Ecuador. A un amigo y su esposa fueron al crucero inaugural de esta última ruta, y le cobraron… ¡2 mil quinientos dólares¡ a cada uno, Un crucero de una semana, de Iquitos al Ecuador, ida y vuelta, todo estaba muy bien, un barco bello, cómodo, climatizado, de primera. La primera cena se apareció Gastón, y la preparó él. Si fue así, quizá mi amigo y su esposa comieron muy bien, quizá porque él mismo la hizo.

Todo en este vida tiene una lógica y un sentido, y si no lo tiene, bien podría ser calificado como una “absurdez”, como diría el ex congresista toledista Víctor Valdez.

*Medico radiólogo, USMP