< Detras de la cortina

Venezolanos: ¿es el Perú un país xenofóbico?

Nicolás Maduro, el gobernante gendarme de Venezuela, no pierde ninguna ocasión para vituperar al Perú y a sus ciudadanos.

La Cancillería venezolana, sin ningún reparo, ha emitido un fortísimo pronunciamiento expresando que en nuestro país existe una actitud xenofóbica creciente hacia los migrantes llaneros que lograron ingresar al Perú luego de pasar mil peripecias en el trayecto.

La respuesta de cajón y contundente es de negación. Un país como el Perú, que va camino de recibir en los últimos dos años y medio a más de 850,000 mil venezolanos, jamás puede ser tildado de xenofóbico. Es un completo despropósito así creerlo.

Consuma el cinismo a la máxima potencia sostener que, por un lado, abrimos nuestras fronteras para permitir el acceso de las oleadas migratorias venezolanas y luego, llevados por un apego malsano y enemigo a nuestros hermanos de la región, procedemos a desdeñarlos por su sola condición de foráneos. Nada de eso. Diría más bien que, junto a Colombia, somos de los países de Sudamérica que hemos tenido y seguimos manteniendo una política exterior receptiva y solidaria.

Es verdad que, gracias a la aplicación de medidas -pedimos pasaporte y visa que antes no eran exigibles-, el flujo de la llegada de venezolanos ha disminuido; pero eso es distinto a que esta haya sido agotada. Lo que está pasando no es ajeno a otros fenómenos migratorios en diversas partes del mundo, es decir, que los extranjeros son objeto de animadversión y rechazo. Un completo despropósito, ya que los venezolanos que habrían delinquido en nuestro país -con carcelería de por medio- llegan a 250, y los ilegales son deportados o expulsados.

A la inmensa mayoría que trabaja y tiene educación intermedia o superior, al dar la vuelta del año, ya no los veremos vendiendo caramelos y eso está bien. Apliquemos políticas públicas para armonizar su permanencia en el país y, sin tapar el sol con un dedo, los pocos que lo hacen dejen de achacarlos. Recordemos que la ONU sostiene que toda migración al final siempre produce un impacto positivo en el Estado.

* Internacionalista