Detras de la cortina

Fin del entretiempo

Antes de reanudarse un partido de fútbol, y ahora que está próximo un mundial, uno esperaría que en el entretiempo se hayan zanjado algunas cuestiones tácticas. Quién ataca, quien defiende, para jugar un buen segundo tiempo. Unos 45 restantes que permitan obtener un buen resultado.

En esta circunstancia especial, en la política debería haber ocurrido algo similar. Luego de la asunción de mando, y la presentación del gabinete ante el congreso, se esperaba que todos los actores políticos se calmaran y se pusieran a trabajar sobre la marcha.

Pero esto no ha ocurrido. El gobierno ha estado muy ocupado contradiciéndose, ante una medida que se puede considerar dura, pero necesaria. Reducir gastos y aumentar impuestos. La primera celebrada, la segunda no. Se le califica de simplista y efectista, pero es bueno recordar que ya llevamos 7 años de farra fiscal, y es inevitable que las luces de alerta se hayan encendido. El exministro de Economía ha pagado los platos rotos, al ser incapaz de persuadir a la opinión pública, y especialmente al presidente y al PCM, de las medidas.

El mandatario ha anunciado anoche, en un innecesario mensaje a la Nación, acciones para incrementar la recaudación, las inversiones y realizar unos cobros a unas empresas. Le tomamos la palabra. De otra palabra, será simplemente otra declaración.

Hay que recordar que estos episodios no son anecdóticos: afectan la imagen no sólo del gobierno, sino del país.

Mientras tanto, ya se vocea-cuándo no- al exministro de Kucynsky, José Arista, último ministro de Agricultura del defenestrado presidente, y quien fuera opaco gobernador de Amazonas, como nuevo jefe del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Hablando de Agricultura, según nuestras fuentes, se requiere un cambio, en vista que el ministro Feijoó está “reestructurando” el sector con ignotos. Y en esta lista se debe considerar, por lo menos, la salida de las Ministras de Cultura, de Inclusión, y el Ministro de Educación, quien parece un “neosaavedrista”. Por lo demás, el estado peruano padece de “ministerialitis”: creemos que a más ministerios más eficiencia, cuando la realidad demuestra lo contrario.

Quien quiera que sea el nuevo ministro de Economía, va a tener que tomar medidas complementarias, y si de veras quiere empatizar con la gente y hacerle un bien al país, debería imponer un draconiano recorte de gastos, en TODO el Estado.

El congreso, por su parte, ha hecho gala de una torpeza monumental al realizar adquisiciones más que discutibles, reforzando el sentimiento ciudadano de rechazo hacia ese poder del estado. Sentimiento que lleva hasta la intención de cerrarlo. ¿Afirmarían lo mismo si la mayoría no fuera de Fuerza Popular?

En este interín hay que afirmar que su presidente, Luis Galarreta, ha estado una vez más desacertado y destemplado. Pero eso no nos debe llegar a olvidar todo un asunto por investigar: los costos de las asesorías y consultorías en el Ejecutivo.

Informes del diario “Expreso” señalan que el MINEDU gastó 66 millones de soles en asesorías, y el régimen anterior S/ 571 millones en publicidad estatal, cifras que no han sido desmentidas. Lo real es que ya es hora que se den a conocer.

Este entretiempo político- mundialista debería haber servido también para que el equipo (ministerial) se encierre en el camarín y se ponga de acuerdo en discursos y acciones, pero eso no ha sido posible, por la orfandad y carencia de liderazgo del presidente Vizcarra. Y si a la señora Keiko Fujimori le reclamamos insistentemente y con razón por los Galarreta, Becerril, y otros, al investigado Kucynski le debemos reclamar por Vizcarra, Bruce, Aráoz, Violeta y Sheput. Fueron con él.

Otro aspecto que debería ser revisado con urgencia es el concerniente a los costos de la Refinería de Talara, el gasoducto del Sur y su conveniencia, que cuestan unos dólares más, digamos, que las flores y televisores que jamás se debieron adquirir. 

Si este mes el régimen, incluido el nuevo ministro de Economía, pensaba que estaba en el entretiempo continúa se equivocó, pues en las tribunas existen radicales, ultras y también gente que se siente frustrada, postergada, que pueden crearle problemas al equipo, amén de un desorden en su propio grupo. Cuidado nomás que el gobierno y el país (es decir todos) perdamos el partido.