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Neorrealismo Italiano: un cine que mira con ojo crítico

Para decirlo en pocas palabras: el neorrealismo italiano es la antítesis de esa fábrica de sueños que es Hollywood. Y si bien soñar no tiene nada de malo, entonces el neorrealismo nos ofreció un puente que nos hizo aterrizar en la realidad. Este movimiento cinematográfico de la más alta importancia se planteó como única respuesta posible frente a esa epifanía del horror que fue la Segunda Guerra Mundial. Además de sus innovaciones técnicas y estéticas –que sobreviven hasta el día de hoy–, lo más relevante de este movimiento cinematográfico posiblemente sea su actitud moral frente a los hechos devastadores de aquel entonces y frente a la vida misma: captar la realidad con ojo crítico y en su faceta más íntima, lejos –muy lejos– de la fabricación y manipulación de imágenes para contar las historias bastante obvias de las majors hollywoodenses.

Las películas neorrealistas fueron películas de resistencia e inventaron una nueva forma de ver, sentir y pensar el cine. Pero no solo eso, sino que también se pueden concebir como una forma que tuvo Italia de recuperar su identidad. Lo hizo con Roma Ciudad Abierta (Rossellini, 1945), película que desencadenó todo lo que vendría después y que podremos ver en un ciclo de cine organizado por la Tostadora Café (Jirón Domeyer 132, Barranco), todos los martes del mes de octubre 2017 a las 8:30 pm (Ingreso libre).

Jean-Luc Godard, el cineasta más emblemático de la novelle vage, rinde un homenaje a este movimiento en las Historia(s) del cine, obra summum de su filmografía: “Con Roma, ciudad abierta, Italia simplemente ha reconquistado el derecho de una nación de mirarse a la cara y entonces llegó la gran cosecha del cine italiano”.

La strada (1954), de Federico Fellini
Martes 3 de octubre 2017, 8:30 pm

¿Quién no adora las películas de Fellini? En algún artículo leí que con las películas de Fellini, al igual que con las de Chaplin, saltamos de la lágrima a la risa y de la risa a la lágrima. Y esto es lo que sucede con La strada, quizá su película más enternecedora, bella y trágica. Con esta alcanzaría el reconocimiento internacional al ganar varios premios, entre ellos el Oscar en 1956 a mejor película extranjera.

Probablemente se trate de su película más espiritual. Gelsomina, Zampanó y “El Loco”, protagonistas del film, son algo así como la Gracia, la Animalidad y la Poesía en una sola dinámica. La habilidad narrativa de Fellini hilvana los destinos de estos tres personajes en un “universo cuasi-shakesperiano en el que cualquier cosa puede suceder. Gelsomina y el Loco irradian el aura de todo lo maravilloso que les rodea, lo que confunde e irrita a Zampanò, pero no es un aura sobrenatural ni gratuita, ni siquiera poética, sino una cualidad posible en la naturaleza", señala el mítico crítico de cine André Bazin. Además, la banda sonora compuesta por su eterno colaborador, Nino Rota, complementa exquisitamente esta auténtica joya del cine italiano.

La strada es una excelente película para comenzar a descubrir la mitología y el universo personal del director, que es complejo y vasto.

Ladrón de bicicletas (1948), de Vittorio De Sica
Martes 10 de octubre, 8:30 pm

La película más emblemática del neorrealismo. Forma parte de una serie de títulos que son algo así como el servicio militar obligatorio para cualquier amante del cine. El argumento es sencillo y sirve como excusa para pasearnos por la Roma decadente de la posguerra. Decadencia tanto física como moral que se manifiesta en los múltiples personajes que merodean en la película hasta alcanzar incluso a los ciudadanos más nobles, como es el caso del protagonista.   

En esta película todo le es robado a la realidad misma: se trata de una de las películas con el que nace el concepto de actor no profesional, es decir, gente común y corriente que es colocada frente a la cámara por lo que ya es –rasgos físicos, movimiento corporal, edad, etc.– y la exacitud que demanda el director para poder expresarse de la manera más justo y que no puede se puede encontrar en un actor. El neorrealismo no construye personajes, sino que expone a personas sacadas de la realidad en un determinado contexto. Además, los escenarios, la lluvia, el llanto del hijo en un determinado momento de la película, también son reales.

Ladrón de bicicletas nos ofrece también uno de los mejores finales de la historia del cine.

Alemania año cero (1948), de Roberto Rossellini
Martes 17 de octubre, 8:30 pm

Seguramente la más desoladora de este movimiento. Rossellini es considerado como maestro y un padre espiritual por parte de esta generación de directores. Incluso, muchos cineastas contemporáneos reconocidos siguen recordando sus películas como una especie de tesoro estético y moral en el que hay que sumergirse ya que nos dejan muchas lecciones que debemos aprender.

Edmund, un chico de doce años, deambula por las calles de Berlín de la posguerra. La ciudad está totalmente devastada y el director la registra de manera documental y con cierta distancia. Quiere que veamos y pensemos sobre la tragedia de los sobrevivientes que en este caso se encarna en el joven Edmund.

Se trata de un film desolador, donde todo se pone peor a medida que pasan los minutos; el fin del mundo de una nación totalmente derrotada.

Umberto D. (1952), de Vittorio De Sica
Martes 24 de octubre, 8:30 pm

Otro emblema del neorrealismo. Repasemos la trama que, al igual que en El ladrón de bicicletas, centra su atención en una persona común y corriente en una situación de total desesperación. Cuenta la historia de Don Umberto Domenico Ferrari, un funcionario jubilado sin familia que apenas puede sobrevivir con una pensión miserable. Su único compañero es su perro Flike y vemos todos sus avatares de su vida diaria: las peleas con la dueña de la pensión, las huelgas, su enfermedad, su relación con la criada que también está en una situación desesperada al estar embarazada de no saber qué hombre…

Además, esta película encierra una de las escenas más famosas de la historia del cine: el de la criada realizando actos cotidianos durante casi cinco minutos. Es decir, todo aquello que jamás contaría Hollywood en alguna de sus películas. Esta sola escena anticipa al cine que vendría después y que se mantiene hasta el día de hoy. 

Las películas neorrealistas son de visión obligatoria por ser el movimiento cinematográfico más humanista que haya tenido el cine.  

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