< Detras de la cortina

El alemán y el reloj

“No va a mencionar mi nombre”. Fue lo primero que nos dijo el señor W, (así lo vamos a llamar), cuando le dijimos que deseábamos conversar con él. W, quien en el pasado había sido relojero, se reunió con nosotros y en esta ocasión nos guiamos por una frase conocida: “El buen conversador sabe escuchar”. Éstas son las reflexiones de un alemán sobre el Perú, la política, la economía, la violencia y algo más.

“Llegué en el 56 en un barco holandés de la KSNM (Compañía Real Holandesa de Vapores) para trabajar en una empresa de representaciones, pero al final comencé a importar. Luego me ofrecieron un contrato pero no me pagaron ni las acciones ni otros derechos. En esa época gobernaba Mariano Ignacio Prado, un demócrata que dejó hacer; el impuesto a las ventas era 0.3%. No había burocracia ni ejército. Era un país modesto, exótico pero destacado…”
“Uno de los campos descuidados en el Perú es la astronomía, y el uso del uranio como proveedor de energía natural, pero debe explotarse con gran cuidado, pues emana ondas radioactivas, y ya ha provocado accidentes lamentables como el de Chernóbil en la ex URSS. Por eso es que los barcos con desechos radioactivos de uranio se pasean por todo el mundo. Nadie quiere esa basura. Los japoneses han logrado aislar y recolectar polvo estelar y están investigando qué propiedades tienen…”
“En Alemania la educación funciona muy bien. Son cinco años de primaria y luego siete que se dividen en carreras técnicas y ciencias, generalmente las técnicas la siguen los 15 millones de emigrantes, e incluyen el trabajo sucio, mal pagado, ahora realizado por los turcos e iraníes. Por cierto, soy amigo de los judíos pero no puedo dejar de reconocer que Palestina les fue entregada en compensación por parte de los ingleses, y comprendo a los musulmanes a quienes hemos sometido con las cruzadas, y procesos de colonización como en el norte de África…”
“Estuve en Alemania en el 92 y en la Universidad de Hamburgo me encuentro con un conversatorio de Sendero Luminoso, con fotos y afiches del Presidente Gonzalo en alemán y en turco. Me acerqué a la mesa y empecé a participar en la conversación, y en esencia defendí al Perú, específicamente les increpé que mal podían hablar si no habían puesto un pie en el país ni estaban informados. ‘Ustedes critican el sistema. ¿Qué pruebas tienen de eso? No pueden hablar de Vietnam ni Camboya sin haber estado allí’. Se pueden cometer errores, pero eso no justifica 30 mil muertes. Vivo en el Perú 30 años”…
“Velasco tenía buenas intenciones pero se equivocó y se fue a la ultraizquierda, y la mayor virtud de Morales Bermúdez fue librarnos de él, aunque fue un burócrata ineficaz. Había que pedir permiso hasta para cortarse el cabello. Belaúnde había sido derrocado por una junta derechista…”
“Bedoya era mi vecino, yo almorzaba con sus hijos Javier y Luis. Cornejo Chávez era un tipo muy inteligente y un gran abogado, pero no un buen candidato. Una vez fue a su mitin y habló del precio de las zanahorias en 10 años. ¡Pura demagogia¡ Después se separaron, y se formó el PPC…”
“Belaúnde era un buen tipo, pero un pésimo administrador. Dejarle las finanzas a Ulloa me parecía poco confiable. En su segundo gobierno, la inflación llegó a 5636%, quebraron el Banco Popular, el Banco Internacional, devalúa la moneda. Tenía la peregrina idea de desarrollar una industria automotriz. No tenía las habilidades de los japoneses, coreanos y chinos. En esos tiempos se decía  “Cada idiota con su Toyota”, frase que la historia se encargó de corregir…”
“García es un tipo muy inteligente. En una reunión con Michel Camdessus, director gerente del FMI, lo trata de convencer que el Perú estaba bien, cuando no lo estaba, por la herencia de Belaúnde y sus errores. Cuando ocurre la estatización, Romero designa a Raymundo Morales (en ese entonces gerente general) a tratar con García. Se le ofrece el banco para trabajar con el Estado y al final fue invitado a una reunión por 25 años de los empleados, donde les hace un recuento detallado de cómo era el banco y el país en esa época…”
“El Perú avanza - y con esto me gano siempre muchas críticas - con Fujimori, al margen que haya copiado la receta económica de Vargas Llosa. No con Paniagua, Toledo ni García. Yo lo hubiera expulsado del país o inhabilitado…”
“Ostento tener plata. Los blancos tenemos, desgraciadamente, más credibilidad que los mestizos peruanos. Con 10 centavos entro al Marriott…No me fui del país porque en tal momento de la crisis tenía ya 50 años y no sobrevivía sin una profesión en Alemania. Una época estuve ahí y me costó mucho conseguir empleo y obtener un ingreso. Mis hijos estudian en Alemania, mi mujer es peruana. Mi hija estudia periodismo. Me faltó visión para mis negocios, importé cerámica alemana. La hija de Velasco tenía uno de mis relojes. La cerámica alemana se hizo por accidente al buscar el oro. Para eso los chinos… En los 80 el ICE (Instituto de Comercio Exterior) vendía los dólares MUC con Enrique Cornejo al frente, era un mercado persa. Años después con el ajuste, con el cual me hicieron un favor, cerré la empresa…”
“En Alemania la política no la hace Merkel, sino los fabricantes de tecnología. Y los alemanes somos buenos principalmente en maquinaria pesada y farmacéutica. No en computación…”
“Recientemente se acaba de reducir en 33% el presupuesto del ejército, y tenemos tropas en Kósovo, hay problemas en Nueva Guinea y Etiopía. El asunto es qué se va a hacer con esos ahorros. En Alemania los servicios sociales son buenos. Hay un seguro de desempleo de aproximadamente mil euros…”
Así de diverso fue el testimonio del señor W, el alemán que decidió quedarse en el Perú, a pesar del gobierno militar, de la década sangrienta, de la crisis económica y de las desilusiones políticas de los años sucesivos.