El pasado 5 de junio se recordaron diez años del conflicto de Bagua, durante el cual murieron 33 personas, entre nativos y policías. Para muchos, se enfrentaron dos cosmovisiones o dos modos de vida, dos formas de desarrollo, finalmente. Actualmente, esta pugna de cosmovisiones continúa, ante una nueva arremetida de quienes quieren explotar los recursos naturales de la Amazonía, bajo el paraguas de mejorar el transporte fluvial y reforestar áreas devastadas por la minería ilegal, mediante las llamadas plantaciones forestales sostenibles.

En esta sinopsis, se muestran, aparte de un ligero seso hacia la causa de los rebelados, trágicas coinicidencias: poca y mala información, posiciones maximalistas, mala operación policial, empresas "mudas", y diríamos también impunidad. Los hechos no se han aclarado del todo.