Detras de la cortina

Por sus frutos los conoceréis

En estos días, algo ha acercado al municipio y al gobierno. Y es que una vez más, ambos han demostrado total incapacidad para poner orden. Uno en la capital y el otro en el país.

El régimen, hasta ahora, ha sido incapaz de controlar este neo senderismo que parece ser más poderoso y que ataca una y otra vez, y sólo responde con discursos y promesas.
El Ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, afirmó, al comenzar su gestión, que no iba a haber un muerto más, pero la verdad es que hace rato que perdimos la cuenta de cuántos policías han sido asesinados, y no tenemos la cifra de los procesados, pero, claro, estamos hablando de la misma persona que señaló que, como nos refirió nuestro amigo y colega Manuel Súnico, “la ubicación de las columnas senderistas para las fuerzas armadas no tiene mayor dificultad, pero cada vez que hay una coyuntura especial, el tema se usa políticamente”, y la verdad es que las huestes senderistas no se rigen, necesariamente, por la coyuntura. Asesinan todo el año.
Y si el ministro Cateriano concuerda con esta visión, entonces el asunto no debería ser imposible, si por supuesto, tuviéramos cuerpos entrenados y no se mandaran a nuestros policías a hacer rondas en camionetas pick up, sin respaldo, y con oficiales inexpertos. La respuesta del gobierno ha sido agregar una letra al VRAE para convertirlo en VRAEM, y el responsable de la cartera ha preferido atacar a la oposición, responsabilizándola de la situación, algo en lo que tiene razón, pero el deber político del ministro es asumir responsabilidades, no justificarse, y empezar a mostrar resultados. Pero tal parece que ni siquiera existe un diagnóstico correcto del problema. Antes los llamaban “abigeos”, hoy se les llama narcos, y lo cierto es que lo son, pero también son elementos crueles y fanáticos, y para quienes no lo sepan, el narcotráfico en países como México ha costado la vida de 60 mil personas en estos 12 años, y de hecho, se considera esa una de las razones del retorno del PRI al poder.
No queremos ni pensar que ocurriría si los senderistas de las cárceles se reconciliaran con el grupo del VRAEM. Un grupo tiene experiencia política y capta adeptos, en el Perú y en el extranjero, y el otro posee la decisión y el financiamiento. Por momentos, el país pareciera encaminarse, lenta pero firmemente, de vuelta a los ochenta. Y nos estamos acostumbrando a la sangre, los ataques y a los ascensos póstumos, mientras otros hablan de un Museo de la Memoria. ¿Es posible guardar en la memoria una pesadilla que, 30 años después, aún no termina? ¿Estamos esperando que reaparezcan y actúen los comités de Sendero Luminoso en todo el país ? ¿Cuál es el papel del general (r) Adrián Villafuerte en este problema?
En el caso del municipio, la alcaldesa de Lima, que ganó las elecciones por hechos totalmente fortuitos y hasta tecnicismos discutibles, empezó su gestión atacando e investigando la gestión anterior, y algunos sectores consideran que al comienzo no exhibía resultados “porque investigaba y hacía auditorías”, pero la realidad es que a quien le corresponde investigar es a la Contraloría y Fiscalía. Pero las antipatías pueden más.
La alcaldesa es un ejemplo más de lo que podemos llamar “el mito de la izquierda moderna”, es decir, gerencial, de mercado, y que supuestamente busca democratizar sus beneficios. Hasta ahora, por lo menos, esta izquierda aquí es una leyenda urbana, un discurso. Nuestra izquierda no exhibe los logros de su par chilena, uruguaya, brasileña y de alguna europea.
Es en este escenario, luego de decir que “Santa Anita no iba” y que negociaría con las mesas de diálogo, comerciantes y estibadores, finalmente decide ejecutar la operación policial, desde Nueva York, y como elemento de distracción de su revocatoria, con el saldo conocido.
La respuesta de la señora Villarán fue disculparse y responsabilizar, en la práctica, a la policía, a la que presionó, y a los comerciantes. Cabe decir que consideramos la decisión correcta, pero rechazamos el descarado uso político que le ha dado la alcaldesa, calificándola de “impecable”, cuando en realidad fue su operación “Libertad”.
Si con esta operación el susanismo se ha redoblado, a partir del apoyo de sectores que antes la rechazaban, y la alcaldesa cree que es suficiente, le sugeriríamos esperar, y pese a los malos modales de sus lugartenientes y su manejo con la prensa crítica, no con aquella complaciente, pensamos que así como a uno lo pueden despedir de su trabajo por ineficiencia, los ciudadanos tenemos derecho a despedir a los funcionarios que no cumplen o ni tratan de cumplir con sus promesas. Y es que hasta ahora, la no ha cumplido ni con el transporte (aplicando los planes que nos detalló su ahora secretario de transporte, Juan Tapia), ni con la seguridad. Los electores estamos hartos de las sobre ofertas de campaña y promesas incumplidas.
¿Qué hubiera pasado si esta operación la hubiera hecho otro alcalde, de derecha, y la revocatoria fuera contra éste? Probablemente se le acusaría de ineficiente, corrupto y autoritario, porque desgraciadamente, este sector tiene doble rasero. Se ha dicho además que con la revocatoria Lima perdería, pero algunos se preguntarán si está ganando, y sobre las inversiones, una nueva administración no tendría por qué paralizar las obras del actual gobierno municipal.
Como se observa, ambos, el municipio y el gobierno, deben acabar con los discursos y exhibir resultados, y es que, como dice la Biblia, “por sus frutos los conoceréis”, y hasta ahora, ambos exhiben escasos o nulos logros.