Detras de la cortina

Luces y sombras

Transcurridos los tres primeros meses del gobierno del presidente Ollanta Humala, ya es posible realizar un primer balance de su gestión, en el que el viraje gubernamental permite realizar una evaluación, hasta este momento, al menos, positiva.

Creemos que en esto tiene mucho que ver las decisiones que se han tomado en política económica, principalmente en el Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Central de Reserva, SUNAT, tradicionales islas de eficiencia del estado peruano de los últimos veinte años.
Pero al régimen le falta mucho más coherencia si quiere realmente ser recordado como un eficaz gobierno de centro izquierda, y para ello no bastan las buenas intenciones del primer ministro, Salomón Lerner Ghitis. Es preciso evitar la inacción y acometer con dinamismo aspectos centrales de campaña como la inclusión. Y ni que decir de la lucha anticorrupción.
En el plano económico, las autoridades elegidas en las instituciones claves del estado, garantizan continuidad en la política macro-económica, en un año donde los conflictos sociales están en la agenda del día y donde el humalismo ha pasado de ser       - paradojas de la política - de cuestionador de ciertos proyectos, especialmente mineros, a garante de los mismos. Todo esto, claro, en un año donde no podemos perder ni un dólar de inversión.
La tarea de defendernos de una crisis que ya hace estragos en Estados Unidos, España y Japón, los tres dorados de nuestros emigrantes, es urgente, y convendría que se aborde el tema con cautela, y que el presidente evite deslices como su discurso de Asunción. Aunque haya sido sólo un acto para la tribuna.
La economía de mercado es la que más facilita la inclusión, y si ello ha sido entendido por el gobierno, sería conveniente modular el lenguaje.
Además es necesario tener mucho cuidado con retomar la actividad empresarial del estado, como se quiere hacer con Petroperú, debiéndose buscar cuadros gerenciales de primera, evaluar asociaciones estratégicas con empresas de otros países como Brasil, Estados Unidos, Suecia, o tal vez Emiratos Árabes Unidos, antes de buscar a Pemex o PDVSA. La aventura estatista le costó al país en el pasado una sangría de miles de millones de dólares.
Del lado político, es imprescindible que el gobierno ofrezca muestras claras de lucha contra la corrupción, empezando por el caso Chehade, para que no sea recordada únicamente como una frase de campaña.