Detras de la cortina

El padre de nuestros problemas

Desestimada la “moción” de confianza del gobierno contra la ley que modifica el uso de la cuestión de confianza por parte del Ejecutivo, y considerando la claridad de la norma Rectificatoria, aprobada por el Congreso y ratificada por el Tribunal Constitucional, la interrogante obvia es por qué el gobierno se decidió a plantear una iniciativa “inconducente” como dicen los abogados, y a sabiendas que ni siquiera iba a ponerse en agenda.

La respuesta en esta ocasión puede conformarse por tres razones: primero, para victimizarse y realizar una puesta en escena ante la OEA de la “dictadura congresal”, y otras frases disparatadas que nos han hecho recordar a algunos de los voceros del hoy procesado (¿?) expresidente Pedro Kuczynski.

La segunda, obviamente, tendría que ver con la intención de distraer a la opinión pública, frente a las cada vez más numerosas denuncias de corrupción contra el gobierno, y que salpican a Castillo, y la tercera como una medida de presión que tendría que ir acompañada de operadores que hagan sentir esa presión - y es que más allá de los exabruptos del PCM Torres, a quien la presidencia de la PCM le ha pasado factura, y otros patéticos ministros como Chávez o Serna - el régimen no tiene, ni siquiera, un vocero que explique sus planteamientos, equivocados o no, con claridad y con respeto.

Frente a esto, el Congreso se muestra muy tranquilo, sobreprotegido, reforzado por el Tribunal Constitucional, buena parte de la prensa (mucha de ella critica a Castillo cuando en campaña lo apoyó y cree que lo va a destituir con portadas e informes “espectaculares”) y diversos sectores, pero eso no es suficiente. Es necesario - aparte de estar un paso adelante del régimen ante cualquier medida abusiva, si realmente le interesa el país - poner en discusión las leyes electorales y empezar, de una vez, a reformar el sistema político, el padre de nuestros problemas. Aunque claro, por ahora, afortunadamente, ha demostrado mala intención, pero no imaginación.

Está claro que a Castillo no le interesa en absoluto la inestabilidad que causa su gobierno caótico; lo único que quiere es conservar su empleo. El Congreso, poniendo en agenda estos temas, debería demostrar que sus intereses sólo obedecen al país y al Estado de derecho. Pero no hay que hacerse ilusiones.

Los ciudadanos, estudiantes, empresarios honestos, empleados y trabajadores públicos y privados correctos que, sufrimos los embates de esta prolongada crisis, con el consecuente impacto en nuestros bolsillos, salud y estado de ánimo, deseamos que se zanje de una vez el asunto, y empezar a preocuparnos por reformar el sistema político. El padre de nuestros problemas.