Detras de la cortina

Salir de las sombras (en los hechos)

Pasadas las traumáticas elecciones y el aún cuestionado proceso electoral, las indefiniciones, las pugnas y el caos siguen a la orden del día. Aquí ha quedado demostrado, claramente, la falta de claridad de rumbo de Castillo y su grupo, quienes no han sido capaces siquiera de elaborar un plan de gobierno mínimamente viable (de centro izquierda, se supone). El nombramiento de Guido Bellido, hombre cercano al propio Castillo y al Dr. Cerrón, quien al parecer impuso o influyó en la designación de varios jefes del sector, parece ser una señal.

Consideramos esta situación sumamente delicada, especialmente si recordamos lo dicho por el presidente en campaña, en el sentido que el Dr. Cerrón no tendría mayor participación en las decisiones del gobierno. En ese contexto, la designación de Bellido es una provocación, una imposición o un error mayúsculo. Uno no puede afirmar que no es comunista, y esperar que pasen desapercibidas frases no contundentes sobre Cuba o sobre Sendero Luminoso. Las denuncias contra el Presidente del Consejo de ministros afectan su imagen, al margen de que alegue inocencia. Y la imagen y las percepciones pesan mucho en la política. Eso lo deberían comprender la recatafila de funcionarios cuestionados. 

En estas rondas con los partidos, el presidente del Consejo de Ministros tendrá que demostrar que él y su equipo poseen no solo capacidades sino, sobre todo, credenciales democráticas para trabajar por el país, a través de un plan serio que contemple aspectos como salud, economía, y deje para un mayor análisis el caballito de batalla del gobierno: el cambio de Constitución.

Para empezar, repetimos, se deben precisar qué cambios específicos proponen, y en qué aspectos. Las ideas acerca que el Estado tenga control o participación en proyectos y sectores estratégicos como el gasífero o en hidroeléctricas, son confusas, amén que puede ser una puerta abierta a un estatismo desbocado. Lo que requiere una economía de mercado sólida es competencia y regulación efectiva, no comisiones para investigar las causas del alza de la cotización del dólar. 

El señor Bellido o algún vocero del gobierno deben salir a aclarar sus planes de gobierno en política y economía, no solo para el gran y mediano empresario, para el inversionista de la bolsa, sino para el pequeño, para el obrero, el ciudadano en general que se levanta todos los días en un clima de incertidumbre. Si es que no se quiere que haya más pobres en un país rico.

También sería positivo que el flamante ministro de Energía y Minas, Iván Merino, un pequeño empresario, explique en qué consiste la rentabilidad social, considerando que de eso dependerá la actividad de las empresas mineras, a las cuales se piensa gravar por sobreprecio del cobre.

No es posible tampoco que el régimen se demore tanto en explicar o desistir en su idea de proponer la aplicación de rondas urbanas, cuál es su propósito, dando pie a todo tipo de conjeturas. Lo peor que se puede decir es que sea una copia - como se ha venido mencionando - de rondas urbanas comunistas. Pero claro, el ministro Carrasco debe estar muy ocupado y preocupado por la denuncia en su contra por jurar como ministro, siendo aún fiscal. 

Eso, para no hablar de las inaceptables restricciones a la prensa y de la falta de comunicación efectiva con los medios y la ciudadanía, lo cual genera justificada preocupación. Y ni qué decir de la caótica juramentación de ministros, varios de ellos vinculados a sectores sociales más que a portafolios, severamente cuestionados, y con nula experiencia en gestión. Si el gobierno no quiere empeorar la ya deficiente gestión pública, lo menos que debería hacer es mantener algo de la plana existente.

Bellido y el gobierno deben de entender que no son mayoría, que sus votos son prestados. Que el grueso de la población no votó, ni en primera ni en segunda vuelta, por el ideario de PL (y que ellos afirmaron que no iban a aplicar). El electorado eligió -supuesta y finalmente - una propuesta de cambio de centro izquierda, repetimos, lúcida y viable.

El Congreso tendrá que ser la primera barrera frente al menor atisbo autoritario. Al parecer hasta la fecha, existe el ánimo en otorgar una cuestión de confianza, fiscalizar, interpelar, y de ser necesario proceder a censuras individuales de algunos ministros.También es importante, que, por ejemplo, el ministro de Relaciones Exteriores diga cual va a ser la posición de nuestro país no solo frente a Cuba, y los países bolivarianos, sino frente a Estados Unidos.

El país se encuentra en una situación crítica, y demanda gran responsabilidad de sus autoridades y de los ciudadanos. Resulta imperativo que el gobierno salga de las sombras, no solo en las palabras, sino también los hechos, que sigan su objetivo de lograr un cambio social sin retroceder en lo avanzado. Que demuestren claridad de ideas, eficiencia y cultura democrática, y que los otros actores hagan su trabajo.

De otro modo, los esfuerzos de ministros por dar calma a la ciudadanía como Pedro Francke o del Dr. Aníbal Torres serán en vano, y estaremos en penumbras, con todo lo que ello implica, lo cual constituye un riesgo para la estabilidad no solo del gobierno, sino también de nuestra propia y frágil democracia.