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“Metrópolis” de Fritz Lang: Un clásico del cine recuperado

En el 2008, en los archivos del Museo de Cine de Buenos Aires, se descubrió una copia original completa del film alemán silente de 1927 “Metrópolis” del cineasta Fritz Lang (1890-1976). Esta copia, que incluye escenas consideradas perdidas, nos permitirá apreciar de forma total la que es considerada ampliamente como una obra maestra del cine.

“Metrópolis” cuenta la historia de una población obrera que vive en los subterráneos de su ciudad. El grupo en el poder no les permite salir y descubrir las inmensas posibilidades que el mundo exterior ofrece. Instigados por un robot creado por el científico más renombrado de la ciudad (pero que en verdad tiene otros planes) los obreros pretenden, de manera violenta,  acabar con la clase que está en el poder. Pero una joven pareja, conformado por el hijo de la máxima autoridad de la ciudad y una joven de la clase obrera, que es la primera en hacerle ver a este joven las injusticias de la ciudad, se enfrentan a este robot sin por ello abandonar los reclamos de la población obrera. Esta vez la lucha por su libertad será pacífica.
No haremos una apreciación de los logros artísticos de la película. Toda manifestación artística provoca una respuesta subjetiva en el público. En este caso los halagos podrán ser  unánimes, pero los momentos que más nos inspiran admiración serán seguramente diferentes para otros. Lo que sí nos gustaría relatar son las características que rodean a esta película. Una película imprescindible para valorar el gran desarrollo del cine en un año, 1927, en el que para muchos esta nueva expresión artística alcanzó su pico  más alto. Este mismo año marcó además la aparición del sonido en el cine, y el nuevo arte del siglo XX tuvo que replantear sus logros para poder adaptar este nuevo aporte a su lenguaje.
Fritz Lang nace en Austria e inicia muy satisfactoriamente su carrera cinematográfica en Alemania. Es digno de destacar que al comenzar los años veinte Alemania estaba en una etapa de honda crisis económica. Acababan de perder la Primera Guerra Mundial y no sólo tuvieron que enfrentarse a la reconstrucción de su país, sino también a levantar el ánimo de una población que se sentía culpable de una guerra iniciada por sus gobernantes. Estos años veinte, sin embargo, es considerada la época de oro del cine alemán. Los temas lúgubres que acaparaban las películas salieron airosos en producciones en las que la falta de recursos económicos fue suplantada muy eficazmente con una  creatividad que imprimió subjetividad al contenido emocional y a su aspecto visual creando así el movimiento “Expresionista”, estilo que también se presentará  en las otras manifestaciones artísticas de la época. Durante estos años la UFA (Universum Film AG), el estudio de cine más importante de Alemania, llegó a producir 600 películas por año para satisfacer al millón de espectadores que acudía a sus salas de cine diariamente. Así como en los Estados Unidos después de la crisis económica de 1929, el cine demostraba aquí también que era el mejor escapismo que los ciudadanos de un país en crisis podían tener.
El prestigio de Lang era tal a mediados de los años 30s que el Ministro de Propaganda Nazi Joseph Goebbels ofreció al cineasta el cargo de Director de la UFA. Las atrocidades que el nazismo estaba a punto de comenzar se veían ya visibles para Lang en la actitud del partido que estaba ahora en el poder y que le ofrecía esta oportunidad.  Lang no sólo rechazó la oferta, sino que también emigró a los Estados Unidos convencido del mal que el Nazismo haría en un futuro inmediato. Su partida de Alemania también significó su separación sentimental y artística de su esposa y colaboradora Thea von Harbour (Ella escribió varios guiones para Lang, incluyendo el de “Metrópolis”) quien decidió quedarse a apoyar la “causa” Nazi.
Un mérito digno de destacarse de esta película es su enorme influencia. La película está inspirada en lo que pudieron ser las consecuencias de la era industrial. Había empezado el siglo XX, y el auge de la fabricación en serie se consolidaba. Los beneficios eran notorios y rápidos. Las sociedades más industrializadas vivían una bonanza que deslumbraba a sus ciudadanos. Sin embargo, algunos pensadores temieron que las autoridades gubernamentales pudieran olvidarse de las consecuencias negativas que estos cambios radicales podrían traer. “Metrópolis” se adelantó a esta preocupación por lo que podría ocurrir en la humanidad en circunstancias de un crecimiento desigual, con libertades suprimidas y ante la imposición de un ente gubernamental creyente de la “única” verdad. Recién, años después aparecería esta preocupación en novelas como: “Un Mundo Feliz” (Aldous Haxley - Publicado en 1932), “1984” (George Orwell –en 1949) o “Farenheit 451” (Ray Bradbury – en 1953). Otro mérito de “Metrópolis” es, que a diferencia del cine, estas novelas aparecieron en un medio (el escrito) mucho más amplio, por sus ilimitadas posibilidades de creación.
“Metrópolis” fue la primera película nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Actualmente, una nueva y completa versión está siendo exhibida en las más importantes ciudades del mundo, y esperamos que tengamos la suerte de poder verla también por acá, el XIV Festival de Cine de Lima a realizarse en Septiembre próximo. Sería una muy buena oportunidad. Se sugiere ver la sinopsis en el historial de la sección videos.
“The Illustrated History Of The Cinema” de David Robinson y Ann Lloyd.